Dormir para mí siempre ha sido una agradable y placentera desconexión, supongo que para todos es así, y es que no veía la hora de dormir, dar ese suspiro largo y tendido seguido del anestesiante bostezo era un invaluable tesoro para mí, si dormir es una droga yo era una adicta en potencia… pero sin embargo, dormir no era un simple acto de descanso, de hecho, “soñar” ¡si! soñar; era todo el motor que impulsaba que yo anhelara tanto caer en reposo constante, porque en mi extraña y compleja mente yo era la dueña y señora de mis sueños, aunque no decidía con qué soñaría, al menos yo controlaba el desenlace, y esa sensación de control y saber que nada podría dañarme mientras yacía en los brazos de Morfeo, me hacía muy feliz.

Aunque realmente la verdad sólo estaba muy deprimida y yo ni siquiera lo sabía, fue tanta mi necesidad de un refugio y sentir protección, que empecé a caer en razón de que en oportunidades mientras conducía o trabajaba soñaba despierta, y llegar a ese punto en donde plantearte que odias tu realidad y que preferirías vivir en un sueño, te puede llegar a sembrar ideas tenebrosas en la mente, - ¿y si quiero dormir para siempre?

Todo es un caos “Pesadillas”

Pero la cruda realidad es que no importó cuanto corriera y huyera de mis problemas, las situaciones de estrés que vivía a diario, como demonios resentidos, idearon la forma de alcanzarme hasta mi zona de confortmis sueños"… iniciaron una noche, espontáneamente en mis placenteras actividades oníricas, nunca podré olvidarlo, mis enfermas pesadillas tomaron la forma de moscas y apenas pude salvarme de que me cubrieran por completo, un abrupto despertar, taquicardia, sudoración y una agitada respiración marcaron el inicio de largas noches de pesadillas e insomnio.

Ya dormir y soñar no era nada placentero y ese toque de control que poseía luego de pasar el estado REM simplemente no existía, ahora parecía que vivía en un reino de pesadillas día y noche, y sentía que no podía hacer nada, tiroteos, terremotos, tornados, erupciones volcánicas, relámpagos, toda clase de desastres e incluso perder vuelos aéreos, por muy tétrico o terrible que pueda sonar; todas esas retorcidas imágenes que se sentían tan reales yacían esperando que lograra cerrar los ojos, para castigarme, y caí en cuenta que pase muchas noches en vela con la luz de mi habitación encendida, escuchando de fondo algún canal infantil en la TV antes de tomar la decisión de pedir ayuda...