El pasado jueves, 15 de marzo se vivió en el barrio madrileño de Lavapiés uno de los mayores Disturbios en los últimos años. Las consecuencias de lo acontecido fueron lamentables, desde heridos leves hasta la destrucción de mobiliario urbano e inmuebles.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Las protestas se desataron por la repentina muerte de un senegalés, Mame Mbaye, en la calle del Oso. Momentos antes se había producido en otra parte de la ciudad, una persecución de manteros, por la policía. El 112 recibió esa tarde varias llamadas, para pedir auxilio. Tras detectar una parada cardiorrespiratoria, el SAMUR atiende al hombre, y sin éxito en su reanimación, confirma su muerte.
Los testigos afirman que la muerte del senegalés fue natural, y que en absoluto sufría persecución alguna.
La posibilidad de que el Mbaye pudiera ser uno de esos perseguidos, al ser el de mantero su oficio, se hizo viral poco tiempo después de su muerte. Esta información, no del todo cierta, produjo el enojo de radicales africanos, que en vez de denunciar los hechos a la autoridad competente, salieron a la calle a protestar y a cobrar la muerte de su compatriota.
¿Quién pagó las consecuencias de lo sucedido?
Lo cierto es que las protestas no fueron precisamente pacíficas. El altercado resultó en la quema de contenedores, destrucción de mobiliario urbano, locales arrasados y saqueados y numerosos vehículos estacionados en la calle acabaron con la luna rota.
Se contabilizan, además una veintena de heridos leves. A esta lista de incidencias, hay que añadirle la situación del barrio de Lavapiés. Durante días, probablemente meses en el barrio de Lavapiés se respirará un aire de incertidumbre e inseguridad.
Sin duda la muerte en dudosas condiciones de un ciudadano es motivo de protesta, pero no con vandalismo.
En caso de que hubiera sido la persecución o la falta de socorro el motivo de la muerte, nadie tenía derecho a atentar contra los bienes de otros ciudadanos. ¿Qué culpa tenían los dueños de los coches que fueron destrozados?, del mismo modo los dueños de los negocios que fueron asaltados durante la trifulca. Nadie tenía derecho a sembrar el miedo en las calles de Lavapiés y de alterar el orden público.
Finalmente, cuando el caso termine de esclarecerse, todos estos daños, materiales y humanos, deben de ser compensados. Si algo está claro detrás de esta batalla campal, son los inocentes que pagaron injustamente, aquellos residentes de la ciudad que no tuvieron nada que ver en el asunto.
El barrio de Lavapiés
Lavapiés es uno de los barrios más pintorescos y bohemios de la capital. Sus calles están repletas de arte callejero y cultura libre. Una de sus características más importantes es el mestizaje, diferentes culturas conviven en el mismo barrio, se podrían contar más de 80 nacionalidades entre sus vecinos.
Es una pena que acontecimientos tan lamentables como este no hagan otra cosa sino alejar a la población y a los turistas de un lugar tan acogedor, interesante, y con unos grandes valores de convivencia y hermanamiento entre diferentes culturas.