La felicidad, es el estado de ánimo de una persona que se siente satisfecha por tener todo aquello que le hace estar en una situación de bienestar. Todos nos hemos sentido felices muchas veces en nuestras vidas, pero es frecuente que una persona sienta que su vida es desdichada por no conseguir aquello que anhela. Es muy común pensar que la felicidad es poco duradera e inexistente algunas veces.

Estas son algunas de las posibles razones por las que todos alguna vez en nuestra vida hemos pensado que somos infelices:

1. Pensamos que son otras personas las que nos hacen felices

Siempre buscamos la felicidad en otra, o en otras personas. Pensamos que estar ligado a una persona que te acompañe y te libere de la soledad, o pertenecer a un determinado grupo social, es la clave de la felicidad. La compañía no siempre aporta felicidad. Es muy difícil encontrar a una persona con la que sentir una satisfacción plena, y en algunas ocasiones es mejor estar en soledad para ser feliz.

2. No valoramos los pequeños momentos de felicidad

La vida está llena de pequeños instantes que pueden aportarnos felicidad: la sonrisa de un niño, la nieva cayendo lentamente, una buena noticia, por insignificante que parezca, saborear tu comida favorita, pasear por tu lugar preferido… Si al final del día recogemos todos estos momentos de felicidad, aprenderemos a valorarlos y nos ayudarán a olvidar los momentos de infelicidad.

3. Vivimos demasiado estresados

Por lo general nuestra vida es tan ajustada, que ni siquiera tenemos tiempo para ser felices. Vivimos demasiado pendientes de las responsabilidades, y se nos olvida que tenemos que pararnos de vez en cuando a sonreír.

Nos movemos de un sitio a otro sin darle al mundo la oportunidad de hacernos feliz.

4. Nos importa demasiado lo que piensen de nosotros

En general, nos sentimos tan insatisfechos con nuestras vidas, que a veces es común preocuparnos en exceso por la de los demás. Sin darnos cuenta, y guiados por nuestro vacío intentamos llenar nuestras vidas con la de otras personas. Esta actitud puede afectar a aquellas personas cuya inseguridad les hace pensar que otras personas tienen razón y derecho sobre sus vidas. Así todos nos convertimos en víctimas de otros, en nuestro afán de buscar la felicidad con todo y todos.

5. Olvidamos que somos auténticos

Vivimos en una sociedad tan marcada por las tendencias, que a veces el no seguirlas o no ser partícipe de ellas puede hacer que ciertas personas opinen de nosotros, de nuestra forma de vivir, por vestir diferente, por pensar distinto, en definitiva por marcar una diferencia.

El hecho de sentir que la gente de nuestro alrededor nos rechaza por no ser igual que ellos, puede obligarnos a seguir unas costumbres ajenas, con las que no nos sentimos identificados, y que para nada nos hacen felices. Nos convertimos entonces en copias de alguien, y dejamos atrás nuestra esencia, aquello que nos convierte en personas únicas y felices.

6. Pensamos demasiado en nosotros mismos

A veces somos tan egoístas, que dejamos de pensar que existen más personas a nuestro alrededor. Nos esforzamos tanto en conseguir nuestras metas, que al final acabamos haciendo daño a otras personas, y dejamos de formar parte de esa cadena colaborativa que nos brinda la oportunidad de trabajar juntos por una felicidad mutua.

7. Anteponemos la felicidad de otros a la nuestra

Los seres humanos somos buenos por naturaleza, y es propio de humanos pensar en el bien de otros. A veces lo hacemos con tanta frecuencia, que no nos acordamos de que nosotros también necesitamos ser felices.

8. Creemos que los sueños no se cumplen

Conseguir lo que queremos, lo que soñamos, aquello por lo que luchamos, nos da la felicidad. Si nosotros pensamos que los sueños no existen, jamás lucharemos por ellos, y no conseguiremos nada más que sentirnos inútiles, desgraciados, cadentes de suerte e infelices.

9. Pensamos que el dinero da la felicidad

Es cierto que el dinero lo compra todo, lamentablemente también la felicidad, pero el dinero es un bien escaso y agotable.

No podemos depender de él para comprar una felicidad. Probablemente es mejor buscar una felicidad que no tenga precio, una gratis y desinteresada. Entonces, tendremos más posibilidades de encontrar la felicidad plena y duradera.

10. Se nos olvida respirar antes de asfixiarnos

Cuando sentimos que somos infelices, sentimos que estamos solos, que la suerte no nos acompaña, y exageramos pensando que siempre será así. Nos agobiamos imaginando el resto de nuestra vida sin frutos, y nos rendimos. Tal vez si nos paramos a pensar, a descansar, entenderemos que la vida nos da lo necesario para ser felices, pero tenemos que poner de nuestra parte, debemos aportar ilusión y sonreír a los pocos momentos de felicidad, así la vida nos dará más.