Sin ser detractora de los jóvenes en Cuba (generación a la que, a veces, no tan orgullosamente pertenezco) últimamente me acosa la idea de que algo anda rotundamente mal. Es interesante conocer todos los puntos de vista, además de útil puede ser divertido. Pero hay cosas que están erradas, sin justificaciones. En Cuba, la educación formal es una leyenda y restaurarla, una utopía que puede resultar inalcanzable por el momento.
Se quejan los adultos de los jóvenes –situación manida a través de los años, por cada generación–, pero hemos olvidado decir “buenos días”, “perdón”, “permiso”.
Es tan fácil, reza un anuncio publicitario. Y es que en algunos momentos no es suficiente tener en cuenta las palabras, sino sus implicaciones; usarlas sabiamente debe ser la divisa de un pueblo que se precia de ser el más instruido y culto del planeta.
Aunque la falta de respeto se extiende a personas de todas las edades, poniéndome en el lugar que me corresponde, critico primero mi postura... o la posición de las generaciones cercanas a mí.
La rabia nace en todos los que todavía guardan dosis de buena educación, aquellos que usan el transporte público en la Habana, o andan a diario por sus calles soleadas.
¿Es la tecnología el problema del déficit en la educación formal?
Es común que los jóvenes, los nacidos bajo el signo de millenials sobre todo, con el estigma de la tecnología grabado profundamente en la frente, presten poca o ninguna atención a las necesidades del vecino circunstancial, o a veces a las palabras.
Responden con la cara pegada a la pantalla del celular y los todavía más jóvenes son incapaces de no relacionar sus vidas con redes sociales y otros instrumentos de enajenación.
No responden a una frase amable, es más sencillo que respondan a un toque en Messenger a un “buenos días” amigable. Aunque el país no está muy sumergido en los avances, esta tecnologización afecta ya a buena parte de la sociedad cubana y a la menoscabada educación formal.
Entonces, ¿será ya causa perdida? Puesto que la ciencia y la tecnología seguirán avanzando, es probable que los impactos en la atención de los más jóvenes a su entorno sigan en descenso.
Es un fenómeno extendido a nivel mundial, pero hablo de mi entorno, de la que fue mi vida y sigue siendo la de todos los que habitan la pequeña y hermosa isla tropical.
Con respecto a la educación formal en Cuba, hay otros factores a tener en cuenta, pero no sería grato analizarlos en este contexto y definitivamente la preocupación exclusiva de teléfonos celulares es factor en gran medida determinante de la respuesta de los jóvenes a su entorno.
Pero nunca estará mal luchar por una causa justa, hacerlo por los motivos correctos es siempre el mejor bálsamo por si las cosas salen mal.