Se suele pensar que la violencia de género se reduce a los actos físicos o verbales cometidos por los hombres o las Mujeres con la intensión de dañar la integridad física o emocional del otro. Muchos consideran que esta solo se presenta en el seno de una relación, regularmente, amorosa. Sin embargo, en las últimas décadas nos hemos dado cuenta de que esta problemática se perpetra en otras situaciones y en otros espacios. Uno de estos es, sin duda, la publicidad.
La publicad es importante para la economía, pero…
Todos reconocemos el papel de esta en la economía global.
Valoramos la creatividad que presentan muchos anuncios porque se constituyen como obras bien pensadas, bien realizadas. Textos que, al final del día, cumplen con el propósito que les permitió nacer: vender lo que promocionan. El problema aparece cuando la publicidad se convierte en un escaparate desde donde se cosifica a la mujer.
No les voy a mentir. Considero que es fascinante admirar la belleza femenina. Lo que no acepto, y les invito a caminar conmigo en este sendero, es la utilización de las féminas (y de los hombres también) como carnada para venderme una cerveza o un «pote» de ron. Pienso que es una ofensa y un acto de violencia presentar a una chica semidesnuda porque, con ello, me están proponiendo un intercambio: si compras mi producto esta mujer puede ser tuya, y como es tuya puedes hacer con ella lo que «dé la gana».
Es lamentable que el patriarcado en el que vivimos haya llevado a las publicitarias a este punto.
¿Qué no tiene nada de malo esto?
Muchos pensarán que no se debe considerar, lo que he planteado antes, como violencia contra la mujer. Pues les invito a reflexionar también acerca de lo que plantea La Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el tema: es violencia todo acto «que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer…».
En este punto, es pertinente preguntarles a esos que todavía dudan ¿si no afecta sicológicamente a las damas que las exhiban como objetos sexuales?
Sabemos que el Machismo, además de ser el acto terrorista que más mujeres mata a nivel mundial, también es una enfermedad que despoja de toda racionalidad a quienes la padecen. Pero llegar a pensar que es agradable para una persona saber que la cosifican y que la usan como carnada para vender un producto es un exceso que no podemos aceptar.
En fin, como seres humanos (racionales) debemos luchar para erradicar todo acto de violencia. No solo contra las mujeres sino contra todo ser vivo. Deseo, además, dejar claro que mi lucha y la de millones de hombres y mujeres alrededor del mundo no es contra mi género (el masculino) sino contra el patriarcado. Juntos, codo a codo (como dice el poeta), podemos ganar esta batalla.