Se debe admitir que, en comparación con tiempos pasados, la mujer ha logrado destacarse en diferentes espacios de la vida social. Y, no solo eso, sino que ha impulsado cambios significativos en las áreas donde ha participado. Uno de estos espacios es, sin lugar a duda, el deporte. Hoy existen muchas deportistas femeninas de gran calibre. Algunas de las más sobresalientes son: Serena y Venus Williams, María Sharápova, Carli Loyd, Paola Longoria, etc.

Es motivo de celebración el hecho de que las féminas hayan logrado impactar en actividades tan importantes como las deportivas.

Sin embargo, aún quedan enormes barreras que deben ser derribadas. A estas alturas muchos consideran que, por cuestiones fisiológicas, la mujer no tiene la capacidad para participar en ciertas disciplinas. A menudo, se les considera débiles e incapaces de cumplir con los requisitos exigidos. Al parecer, esos trogloditas, quieren volver a la antigua Grecia donde la participación en las olimpiadas era exclusiva para los hombres: «machos» que jugaban desnudos para mostrar sus «perfecciones físicas». Las damas no tenían derecho a asistir como deportistas porque su papel estaba reducido a dos funciones: esposa y ama de casa. Es importante recordar, a esos que todavía tienen esta opinión, que según la UNESCO: «Todo ser humano tiene el derecho fundamental de acceder a la educación física, la actividad física y el deporte sin discriminación alguna, …».

Lean bien: «sin discriminación alguna».

Existen otros problemas…

Si lo anterior representa una muestra incuestionable de la discriminación dentro del deporte, ¿qué decir de la cosificación de la que son víctima las damas? No es un secreto que muchos medios de comunicación solo se interesan en ciertas actividades deportivas donde participan mujeres porque, por medio de sus atributos físicos, entienden que pueden vender publicidad.

A estas personas no les interesa destacar las virtudes como atletas que poseen las competidoras sino exhibirlas como objetos sexuales para alimentar el morbo de los «pseudos-seguidores» de dicha disciplina. Estoy seguro de que a estos sí que les gustaría revivir el ritual de desnudez de las olimpiadas griegas, pero con las mujeres como principal «atractivo».

¿Por qué no gana lo mismo?

No me puedo despedir sin mencionar otra muestra de desigualdad de género dentro del deporte en la actualidad. Me refiero a las diferencias salariales. Es cuestionable que, por el hecho de ser mujer, una persona que realiza la misma actividad, que se prepara de la misma manera, que sacrifica el mismo tiempo, … no reciba la misma retribución económica. No es posible que en deportes como el tenis los hombres ganen hasta un 20% más de lo que reciben las mujeres. Lo mismo sucede en el fútbol y otros deportes. Lo peor de todo es que muchos jugadores han manifestado que ellos, por ser «hombres» merecen más.

En fin, las ideas antes planteadas, lamentablemente, demuestran que el Machismo ha infestado todos los estamentos de la sociedad.

A pesar de ello, estamos obligados a tomar otro rumbo, a cambiar estas ideas por otras donde se promueva la igualdad como norma de vida. Con todo esto, solo queda reiterar que la lucha es contra el machismo no contra los hombres.