El pasado miércoles, a petición de IFEMA (Instituto Ferial de Madrid), la galería Helga accedió a retirar del museo ARCO la obra del autor Santiago Sierra. El motivo de la toma de esta decisión, según expresó IFEMA en su comunicado, fue porque “la polémica que ha provocado en los medios de comunicación la exhibición de estas piezas, está perjudicando la visibilidad del conjunto de los contenidos que reúne ARCOmadrid 2018”..
Sustituyen de #ARCO la muestra de presos políticos por la de Grandes Patriotas 🇪🇸#ARCO2018 pic.twitter.com/6peIlC6140
— Héctor Faus 🎗️ (@Hectmetrocuadr0) 22 de febrero de 2018
Las posturas ante la decisión de retirar la obra
Desde luego, el revuelo mediático que se produjo a raíz de la retirada de la obra, con las declaraciones de los representantes de los distintos partidos políticos, toda la comunidad del mundo del arte, incluido el propio autor, y los implicados en dicha decisión, el propio IFEMA y la directora de la galería, Helga de Alvear, no contribuyó precisamente demasiado a mitigar la polémica que en primera instancia pretendía mitigar.
Por el contrario, ha conseguido transformarla, haciendo que el centro de la misma pasara de ser el contenido de la propia obra, al hecho de la retirada de la misma, lo que ha generado, más bien, un escándalo, a nivel nacional e internacional.
¿Derecho a la libertad de expresión?
Escándalo propiciado en tanto en cuanto pone directamente en entredicho el derecho a la Libertad de Expresión, recogido en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” (DUDH) y en la Constitución de todos los países democráticos del mundo. En este caso, concretamente, el derecho a la libertad de expresión artística.
La DUDH, especifica, en su artículo 19, que “este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones”.
El IFEMA no dejaría de notar tal revuelo, ya que al día siguiente emitió un comunicado en el que pedían “sus sinceras disculpas…ante la controversia que se ha producido consecuencia de la petición, que en ningún caso perseguía ejercer ninguna censura a la creación” y que “no hubo mala fe”.
Es decir, IFEMA se disculpa, efectivamente, pero no por la petición, sino por la “controversia” que tal petición ha generado.
También cuesta conciliar lo de “ninguna censura” y la efectiva retirada…sin “mala fe”.
Parece obvio mencionar el arduo y creativo trabajo que supondría el tratar de compaginar esta actuación con el respeto a la libertad de expresión, tentativa que ya de entrada parece un ejercicio fútil abocado irremediablemente al fracaso.
Y para terminar de redondear la paradoja que todo ello comporta, hacer referencia al futuro de la obra de Santiago Sierra, que fue adquirida por Tatxo Benet, quien posteriormente propuso al Museo de Lérida que la expusiera.
El museo, del que recientemente se retiraron, esta vez por orden judicial, las obras del monasterio de Sijena, ha aceptado. Así que en breve la obra de Santiago Sierra, de denuncia de la existencia de “presos políticos”, ocupará el “espacio 0” del Museo de Lérida.