''La matanza de San Valentín'', nombre (que parece el título de una película de terror) con el que se ha querido recordar el Tiroteo perpetrado por Nikolas Cruz, quién acabó con la vida de 17 personas en un instituto de Florida el pasado 14 de febrero, parece haber reavivado el debate sobre la regulación y control de la venta de armas en EEUU, tema que suele caer rápidamente en el olvido.

Durante toda la semana los estudiantes del instituto Stoneman Douglas (Florida) se han manifestado con el lema 'Nunca más', al que cada día se unen más voces para luchar contra la venta libre de armas en este país.

Y aunque desde otras partes del mundo, también nos cueste entender cómo es posible presentarse en una tienda y adquirir un arma con tanta facilidad, los adeptos a ellas y la Asociación Nacional del Rifle ( NRA) se empeñan en rechazar cualquier tipo de sugerencia con respecto a su regulación, alegando que el uso irresponsable de unos no puede privar al resto de la ciudadanía de su derecho a sentirse protegidos y poder defenderse.

A grandes males, grades remedios

En medio de toda esta tragedia, mientras unos padres lloran la pérdida de sus hijos y otros deliran paranoicamente pensando que los suyos puedan ser los siguiente, al presidente Donald Trump, en una reunión celebrada en la Casa Blanca con supervivientes y familiares de las víctimas de la masacre de Parkland, no le ha temblado la la voz al anunciar que una de las medias que está barajando el sistema de gobierno es la de armar a los profesores para que puedan defenderse en futuros posibles ataques.

Es decir, atajar la violencia con más violencia. Los allí presentes no daban crédito a las patéticas palabras de su presidente, quién también afirmó que están pensando en cambiar los controles de antecedentes y los análisis psicológicos de las personas que pretendan adquirir armas, además de los límites de edad para la compra de éstas.

En resumen, poner parches al verdaderos problema.

Por todo ello, con el Congreso incapaz de llegar a un acuerdo con respecto a qué camino seguir para luchar contra los tiroteos masivos de Estados Unidos, la ciudadanía no ha tenido otro remedio que buscar soluciones desesperadas como la compra de mochilas antibalas para sus pequeños.

Cuando se produce un acontecimiento de este tipo, que se difunde por todos los medios posibles, la paranoia y el pánico se acrecientan, generando una sensación muy tremendista de caos total. Esto es aprovechado por los mercaderes del miedo y así es como surgen negocios como los de las mochilas a prueba de bala. Estos productos están en el mercado desde hace décadas, y siempre se inventan nuevos modelos cuando tienen lugar acontecimientos tan trágicos. Estas mochilas llevan instalado un inserto que las hace resistentes a las balas, y se pueden adquirir por US$ 112.

¿Y si atajamos el problema desde la raíz?

Lo absurdo de todo esto es que se está vendiendo a los padres una herramienta que puede que ayude a sus hijos a estar más seguros en caso de disparos, por lo que se da por hecho que la población se resigna ante la certeza de que estos acontecimientos van a seguir repitiéndose.

Lo que no deben olvidar esos padres es que la solución no está ahí, sino en buscar la verdadera causa, la raíz del problema. A día de hoy todavía no se tiene la seguridad de que estos productos antibalas sean capaces de evitar lesiones o muerte. En cambio de lo que si se tiene evidencia es de que las medidas de control de venta de armas funcionan eficientemente en otros países.