Ante la mirada de nacionales y extranjeros, México es un país donde se festeja la muerte y la casa de uno es casa de todos; el país donde las juventudes consiguen organizarse durante un desastre natural para rescatar a los damnificados, incluso superando las acciones del gobierno federal; y el hogar de múltiples y ancestrales tradiciones que no dejan de sorprendernos constantemente.

Suele describirse a México enfatizando la calidez de su población, su disposición a recibir a los extranjeros con estima y cariño, pero, cierto es, aún pueden encontrarse muestras de intolerancia, desprecio a las diferencias y la exacerbación de prejuicios que prevalecían en siglos pasados, cuando la Iglesia Católica establecía el pensamiento que debía imperar.

De pecadores y pecados

México, desde su colonización, ha definido su constitución desde los postulados del catolicismo, y no sólo hablamos del tema religioso, pues este influyó en el arte, vida social, la educación y la política. El cuerpo eclesiástico, de hecho, alcanzó tanto poder que fue necesario separarlo, precisamente, de la política para darle al Estado una mayor soberanía sobre sus propias acciones, con las leyes de Reforma que el entonces presidente Benito Juárez implementó.

No bastó, sin embargo, alejar a la iglesia del estado o la educación para romper las cadenas de su yugo, de modo que continuaría ejerciendo presión sobre la conducta y pensamiento de los ciudadanos hasta sentar bases sólidas y asegurar su predominio en la idiosincrasia popular.

De tal manera, se construyó en el pensamiento colectivo la idea de la mujer como un ser humano con menores derechos que el hombre, y cuyo único objetivo era servir a la familia y a Dios, mediante la procreación. La familia, además, se constituyó como una institución sagrada e inquebrantable (desde los propios cánones eclesiásticos, por supuesto), y sin importar el nivel de violencia que se ejerciera en el interior.

Y esto sólo por mencionar algunos ejemplos.

Pero, más allá de otorgar el libre albedrío que tanto se menciona en la biblia, la iglesia siguió funcionando como un sistema opresor, aunque disimuladamente y ocultando sus propios demonios: mientras ellos han difundido la idea del matrimonio "natural" como el único sistema válido y "reconocido ante Dios" también salían a la luz casos de sacerdotes que practicaban la pederastia con impunidad, protegidos por lo altos mandos de la Iglesia, sobre todo en las últimas décadas.

La homofobia como expresión del sin sentido Católico

Para un religión que dice a sus practicantes: "Ámense los unos a los otros" o "Ama al prójimo como a ti mismo", seguramente debe ser muy complicado ocultar sus contradicciones al fomentar la homofobia y el rechazo en general hacia la comunidad LGBTTTIQA.

En Guadalajara, por ejemplo, uno de los estados donde el catolicismo aún goza de gran influencia, se han realizado protestas contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, afirmando que la familia debe componerse única y exclusivamente por padre, madre e hijos, tal como "lo señala Dios". Entonces, en una muestra de intolerancia sin sentido, hombres y mujeres de todas las edades protestaban contra el derecho de otras personas para formar una familia o expresar su amor, justificando sus argumentos desde los credos religiosos.

Desafortunadamente, este tipo de intolerancia también ha encontrado la manera de expresarse en todos los medios, y en esta ocasión se han comenzado a verter comentarios despectivos sobre la próxima exposición temporal que el #Museo Memoria y tolerancia compartirá con el público: "LGBTTTIQA Identidad, amor y sexualidad".

Recordemos que el objetivo de dicha institución, desde su nacimiento, ha sido fomentar el respeto y la tolerancia para lograr una convivencia armónica entre distintas sociedades, mostrando también que las consecuencias del racismo y la xenofobia se perfilan como hechos lamentables que no deben olvidarse, sobre todo para transformar el presente y fomentar la paz. Y precisamente con este objetivo, el museo ha planeado una exposición donde seguramente encontraremos que el género o la preferencia sexual no deberían ser factores para justificar la discriminación, sino razones para reconocer que todo ser humano tiene el derecho inalienable de constituirse como elija y amar de la manera que le sea más natural.

Lamentablemente, en la página oficial de Facebook con la que cuenta el museo, la publicación donde se hace referencia a dicha exposición, ya ha recibido comentarios del tipo: "No, cada día vamos peor", "Pero qué chingados es esta..." entre otros, y recordemos que la violencia misma no requiere expresiones físicas, pues ha encontrado también la forma de manifestarse simbólicamente, dando pie a todas esas opiniones que tienen por objeto menospreciar y atacar la intención de Memoria y Tolerancia, argumentando que las distintas preferencias sexuales que hoy en día se reconocen son "antinaturales".

Finalmente, ante este tipo de hechos, parece evidente la necesidad de abandonar los viejos prejuicios que las instituciones eclesiásticas fomentaron en siglos pasados, con el objetivo de mantener cierto control y gozar de privilegios. Recordemos que en un mundo donde la violencia crece día con día, la tolerancia debería postularse como símbolo de resistencia.