Incluso cuando la Organización de las Naciones Unidas se ha pronunciado en contra de los eventos que han dado pie a un debate exhaustivo, hoy en día la actuación de agentes externos parece insuficiente para detener la #violencia al interior de Siria; sobre todo cuando grupos locales dependientes de la ONU han organizado crímenes de lesa humanidad, vulnerando los derechos de mujeres adultas y jóvenes, además de aprovechar la situación en que estas se encuentran, tal como han constatado diversas adolescentes sirias y Danielle Spencer, consejera de una ONG.
Origen y evolución del conflicto
En las últimas semanas se ha intensificado una guerra que azota el territorio sirio desde hace siete años, cuando un grupo de jóvenes grabaron consignas revolucionarias en un muro escolar, en la ciudad sureña de Deraa; arrestados y torturados por las fuerzas de seguridad, los adolescentes se convirtieron en símbolo de la injusticia y la represión, desencadenando a su vez una ola de protestas contra el gobierno del presidente Bashar al Asad, acusado de mantener un alto índice de desempleo en el país, propiciar la corrupción y fomentar la falta de libertad política.
Bashar al Asad tomó medidas al respecto y comenzó a reprimir las protestas con el uso de la violencia; sin embargo, con la participación de las fuerzas armadas, los grupos inconformes también comenzarían a contrarrestar los ataques utilizando armamento y cualquier recurso a su alcance, incluyendo la alianza con organizaciones radicales que extendieron aún más el conflicto, hasta involucrar a la población civil ajena a todo crimen.
Ante las circunstancias, potencias como Estados Unidos o Rusia también decidieron participar, no obstante, sin tomar las medidas necesarias para proteger a hombres, mujeres y niños indefensos. Y por si fuera poco, en los últimos meses han extendido la orden de bombardear zonas donde la población civil se ocultaba del terror provisto por el gobierno correspondiente, mismo que recurrió, en abril de 2017, al uso de armas químicas para terminar con la amenaza de facciones rebeldes, afectando a decenas de inocentes: 70 muertos y al menos 200 afectados por el uso de gas sarin, en un acto que llegó a considerarse como uno de los más violentos desde que iniciara la guerra.
No sólo mujeres y hombres adultos han perdido la vida, también niños han sido testigos de la violencia derivada de intereses políticos que tan sólo hace dos años ya habían dejado más de 400,000 muertos.
Otros crímenes de lesa humanidad
Si bien es cierto que al menos la mitad de la población que habitaba Siria comenzó a emigrar, un gran número de ciudadanos se han mantenido huyendo o refugiándose al interior del país.
Dentro de los campos de refugiados, precisamente, se han registrado desde 2015 una serie de crímenes que hoy en día deben ser resueltos por la propia ONU.
En ese entonces, Danielle Spencer, consejera de una ONG, reveló para BBC que empleados de diversas organizaciones (dependientes de la ONU) lucraron con ayuda humanitaria, exigiendo favores sexuales a las mujeres adultas y jóvenes a cambio de pan u otros servicios que les eran indispensables para sobrevivir. Y aunque la situación llegó a la propia Organización de las Naciones Unidas, esta decidió mantenerse al margen y realizar solamente los cambios más básicos en la gestión de la ayuda, probablemente para mantener vivo el flujo del auxilio: con el objetivo de sostener su participación al margen (se ha mencionado), el máximo órgano encargado de preservar la paz requiere de estos grupos locales para la circulación de víveres.
Ahora bien, aunque los líderes de Naciones Unidas se han declarado en contra de tales prácticas, en algún momento se argumentó que dichos abusos eran desconocidos para la ONU, señalando que se habían analizado todas las organizaciones afiliadas sin encontrar notificaciones del crimen imputado. Y no obstante, hoy en día debe señalarse que las transgresiones en contra de las mujeres sirias se siguen registrando mientras los agentes internacionales ignoran los hechos. Así lo ha transmitido el informe Voces de Siria.