El populismo a nivel mundial va encontrando un puesto privilegiado en una u otra sociedad o sistema. Todo el mundo conoce de qué va la cosa y sale a relucir en cualquier conversación. El populismo se ha puesto de moda, prácticamente cada país posee su propio populista que histéricamente, desesperadamente, busca ser el centro de todas las miradas.

El populismo nace en medio de un descontento general. En el malestar ciudadano una figura se impone como la única que puede mejorar la situación de injusticia imperante, la única que tiene la fuerza de mantener un pulso con las altas esferas.

Gran parte del pueblo se entrega por completo a un político populista. El populismo no tiene campo, se encuentra en el gobierno de derecha o de izquierda, poco importan los colores que lo cubren.

Por lo general se cree y es un error, que un politico populista es de izquierda en cada uno de los casos, por aquello de que es la voz de un pueblo oprimido. La realidad es otra, el populismo se impone ante la opresión de los pobres por los poderosos o para retomar las riendas de una situación que se escapa en favor de la "invasión extranjera" que roba privilegios a los verdaderos ciudadanos de la nación.

El politico populista esta mal visto

Cuando se menciona a un político que impone su discurso populista el miedo nace en muchos, que lo ven como el anticristo del cual es mejor alejarse porque no traerá, a la larga, nada positivo.

En la actualidad se habla mucho de los populistas pero no siempre para bien, aunque consiguen captar la confianza total y plena de los que se revelan como sus seguidores.

En América Latina se impuso el populismo que lucha contra los terratenientes que poseen las riquezas que pueden ser compartidas entre tantos y tantos pobres que se mueren de hambre.

Dirigentes que han alardeado actuar en favor de los oprimidos para devolverles lo que les pertenece.

Castro, Chavez, Evo Morales y otros muchos que se impusieron como los redentores inconfundibles en la lucha a favor de los marginados. El populismo en América Latina no ha cambiado en absoluto la estructura de la sociedad, al contrario, ha creado la dictadura del pueblo hacía el mismo pueblo.

Los populistas Latinoaméricanos han hecho más profunda la miseria unida a las desigualdades ya existentes, mientras incrementaban sus riquezas personales sin el menor escrúpulo. Han eliminado, además, la democracia para mantener el camino dictatorial que les permite apropiarse de un país y de sus habitantes lo cual les facilita conservar los privilegios del poder que no desean soltar.

Los populistas que emergen dentro de una democrácia tienen un discurso que fascina a los patriotas, a los que desean no compartir la tierra y sus riquezas, a esos que poseen un fondo racista que necesitan contar con un gobierno que los represente y les facilite las actuaciones negativas contra los que no son como ellos y es el caso de Le Pen y Trump.

El populismo de derechas impone el valor en lo que es nacional cerrando el paso al exterior es decir, los extranjeros son los que traen el mal y no crean nada positivo.

Un populista salta a la luz para alimentar su ego, necesita puesto que lo anima la arrogancia desmedida. Un populista desea brillar y ser el que fomenta las polémicas. En realidad no representa a nadie, se representa a si mismo .

El populismo construye con una mano y destruye con la otra. Dice tener la llave de la salvación suprema mientras va captando a aquellos que no quieren reflexionar. El populismo pordría ser: "Vengan a mi para mejor destruirlos".

Desgraciadamente el populismo impone una dictadura más pensada, mejor trabajada bañada en una subliminal que le da aspecto de no serlo