Una puesta en escena, un semblante decaído, una novia consejera, un falso argumento, una cámara y una madre que le siga la corriente... eran los elementos que precisaba Paco Sanz para dar rienda suelta a una estafa basada en la solidaridad de los demás, que parece sacada de un culebrón, lleno de mentira, drama y desde luego, mucha cara dura.

Sanz de 46 años, supuestamente padecía una enfermedad que se conoce como síndrome de Cowden, la cual le había generado un estimado de 2.000 tumores. Por ello debía someterse a un tratamiento en Estados Unidos pero no contaba con los recursos suficientes para pagárselos

El supuesto enfermo de Cowden colgaba vídeos y mensajes en las redes sociales mostrando su delicado estado de salud, apelando a la conciencia de sus seguidores, quienes se hicieron eco de su caso y que de forma desinteresada le brindaron su apoyo, por medio de donaciones económicas para tratar su “rara enfermedad”.

Para el valenciano fue de gran poyo contar con personas como su madre y su novia, quienes hacían de actrices secundarias dentro de la trama, sin imaginar que en algún momento la historia podía dar un giro inesperado y dejarlo en evidencia con sus mentiras.

“Las autoridades me ignoran” , dijo Sanz en uno de los tantos mensajes que lanzaba. A día de hoy, sin embargo, goza de esa deseada atención por parte de las autoridades y los medios de comunicación, aunque no del modo que tal vez tenía premeditado, sino acusado de los supuestos delitos de apropiación indebida, estafa y blanqueo de capitales.

Es una lástima y provoca vergüenza ajena que por la falsedad de individuos de este tipo, se vean afectas personas que SÍ necesitan una ayuda económica porque carecen de medios para poder solventar un trasplante, una quimioterapia y un gran número de pacientes que forman extensas listas de espera… personas que se aferran a la vida y a las ganas de seguir luchando.

Como ser humano cuando pierdes la fe y la credibilidad de las cosas, es muy difícil recuperar la confianza y más cuando a ello se suma la burla como ha pasado en el caso del señor Sanz, si quizás las tomas falsas de esos vídeos que han salido a relucir en los medios de comunicación no se hubieran echo pública, a lo mejor, te queda la duda de lo bien que actuaba.

En cualquier caso, la evidencia está servida y por tanto, deja constancia de lo retorcida que puede llegar a ser la mente humana cuando hay intereses económicos de por medio. A pesar de lo desconcertante de todo este montaje, no podemos olvidar la existencia de muchos casos que necesitan de nuestra colaboración, ayuda y sobre todo, solidaridad. Porque no todos son Paco Sanz.