Sábado, 25 de febrero de 2017. Fiesta para muchos que celebran el carnaval, disfrazados de sus personajes favoritos de series, princesas, monstruos e, incluso, héroes. Tristeza para otros, que también piensa en grandes hazañas, en un héroe de la vida real, que no necesitaba disfraz. Pablo Ráez, fallece tras una gran lucha contra ese monstruo que J.A. Bayona nos enseñaba el pasado año en la gran pantalla, ese monstruo que a todos nos ha tocado, más de cerca o menos, pero que todos sabemos lo que atañe. Este monstruo se llama cáncer.

Pablo no lo sabía, mejor dicho, no lo quería saber.

¿Por qué tenerle miedo? Este pensamiento fue lo que le llevó a mantenerse en pie hasta el final, a pesar de todas las trabas que ha tenido en su camino. No solo le diagnostican Leucemia, sino que tras un trasplante de médula por parte de su padre, lo rechaza. Lo vuelve a intentar, un segundo trasplante, que parece ir bien, hasta que su corazón se apaga. Pero no queda ahí, fallece rodeado de su familia, todo el país llora su pérdida, pero queda en memoria de todos. A tan solo unos días de recibir la Medalla de su ciudad natal, y sí, se la debían.

Gracias a él, a mostrar el cáncer como nunca se ha hecho, a través de Twitter, Facebook e Instagram, relatando día a día sus vivencias, sus dolores, su lucha; a promover lemas como #donamédula o #siemprefuerte, las transfusiones de sangre se han incrementado un 1.422% y las donaciones de médula han crecido notablemente.

Animaba a muchas personas a seguir, fuertes, aprovechando lo que aún tienen, porque él lo hacía. "La muerte no es triste, lo triste es que la gente no sepa vivir", una frase que Pablo repetía. Hay esperanza. Una gran inspiración para muchos, enfermos o no, a apreciar la vida, porque él no tenía la mejor situación para hacerlo, y aún así, lo hacía.

Nos contaba que aún tenía leucemia en un bajo porcentaje, no estaba curado después de una larga lucha, sabiendo todo lo que se le podía venir encima, y por desgracia así ha sido, pero siempre lo hacía con una sonrisa y optimismo. No lloremos su muerte, celebremos su vida, ese legado de generosidad y fortaleza que nos ha dejado. "Sé feliz y disfruta de la vida. Por cierto...¡es única!".

Gracias Pablo.