A Ponte Nova (en gallego; traducido significa El Puente Nuevo) hace referencia a una construcción de principios del siglo XX que unió dos riberas del Miño y dos partes de una ciudad que, a día de hoy, se denomina “ciudad de los puentes”. Han pasado 100 años desde su construcción y es una vía con tráfico continuo. Por eso Ourense y Correos se alían en el lanzamiento de un exclusivo sello postal que recuerda este puente.
La recepción del sello de A Ponte Nova
Fue el 7 de mayo pasado cuando el sello postal se presentó en sociedad en el marco del Ayuntamiento ourensano y con la presencia de autoridades como el propio alcalde de la ciudad, Jesús Vázquez, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, entre otros.
El sello forma parte de la serie ‘Efemérides’ y se han impreso 180.000 unidades, al precio de 1,35 euros cada uno. La serie filatélica en la que se inserta es la usada para recordar acontecimientos de relieve en la Historia de España. La construcción de este puente supuso una mejora radical de las comunicaciones en Ourense, además de promover salidas en buen estado al extrarradio. Aún hoy es una de las vías más socorridas de Ourense y el tráfico sobre él es, prácticamente, continuo (una media de 850 coches al día).
El diseño de la imagen del sello ha mirado cara el pasado, otorgándole detalles modernistas, distinguiendo, mediante dos colores, el paso del tiempo y la permanencia en el presente, además de adjuntar un logotipo con influencias de art decó.
La construcción de un puente novedoso para la ciudad
La época de construcción marcaría un antes y después para Ourense. La primera década del s. XX solo conoce los puertos y el paso del río mediante barcas. También estaba el Puente Romano, que unía el centro con el barrio de A Ponte que, por entonces, pertenecía a otro ayuntamiento (Canedo; hoy forma parte de Ourense).
Fue el 14 de mayo de 1910 cuando se concede la obra de lo que sería el Puente Nuevo a una empresa de Bilbao. El 28 de mayo, del mismo año, se colocaría la primera piedra. Era la festividad católica de Corpus, momento de las fiestas de la ciudad. La inauguración se cumplió el 20 de junio de 1918.
De entonces podemos señalar, a modo de anécdotas, que las farolas vinieron de una fundición madrileña y se siguen usando, que se conoce el nombre de la primer mujer que lo cruzó en coche, la marquesa de la Atalaya Bermeja, doña Angelita. Los materiales son los de entonces: piedra de la cercana zona de Outariz (hoy referencia termal de la ciudad) para los extremos y acero para la parte central.