Conocida es la faceta de la Iglesia en su ayuda a los necesitados. Y sabido es que muchos de sus bienes patrimoniales podrían ayudar mucho más. Fruto de estos conocimientos, de la colaboración con otras instituciones y de nuevos proyectos que buscan ayudar a los refugiados, el Obispado de Ourense entra en acción poniendo en valor algunas de sus casas rectorales.

Edificaciones que perdieron su razón y ahora conocerán una nueva vida

En concreto, el proyecto inicial se mueve en el ámbito de las poblaciones cercanas al ayuntamiento de Monterrei y la villa de Xinzo de Limia.

Ambos núcleos están bien conectados por la autovía A-52 y permiten conjugar la vida rural con todos los servicios de núcleos importantes de población.

Las casas rectorales de la diócesis de Ourense, en su mayoría, perdieron la razón de ser con el paso de los años. Tras acoger a la familia del párroco del lugar, la actual despoblación y la movilidad de los sacerdotes, las dejó prácticamente en el olvido. Muchas, de hecho, se cerraron. Algunas se siguen utilizando y más de una fue propuesta para su venta o cesión. Ahora, gracias a la colaboración del Obispado con otras instituciones, dentro del marco del programa Rimur.gal (Red de Integración en Municipios Rurais), algunas acogerán refugiados y les posibilitará una residencia desde la que comenzar su vida aquí.

El proyecto piloto con fecha de futuro inminente

Se están dando todos los pasos para adecentar las casas, disponer de terrenos cultivables y preparar los ánimos de la población local, en orden a recibir con agrado la presencia de extranjeros desconocidos.

El Obispado trabaja con los alcaldes de Monterrei y Xinzo, por ser las localidades elegidas para comenzar, con el alcalde de Ourense, como responsable visible de recibir el programa Rimur.gal, ONG y la Dirección General de Emigraciones.

La idea es comenzar ya a finales de este 2018 o inicios del año que viene, con una propuesta que consiste en la acogida de refugiados, la puesta en valor del campo, trabajo en el ámbito de la agricultura ecológica e integración en la población que acoge.

Gracias a la colaboración del Obispado, se podrán usar, por lo pronto, 3 rectorales con sus respectivas tierras de cultivo.

Al estar, generalmente, integradas con el resto de casas de los pueblos, la integración se consigue mejor, pues no margina, físicamente, a sus habitantes a la lejanía. Y se aprovechan los terrenos que, tantas veces, han quedado sin uso tras la marcha de un párroco fijo y su familia, que las trabajaban.