Una buena historia siempre atrapa al lector en los primeros párrafos, pero más allá de lo que pudieran contarnos los capítulos, se esconde una vivencia personal, la del escritor y las influencias del mundo sobre él. En casa tenemos la fortuna de tener libros especiales, de cocina, literatura y otras cosas extrañas, como “los 16 tragos favoritos que deberías servir una fiesta”. Todos y cada uno, nos hemos topado con infinidad de libros raros en toda nuestra vida, y quien no lo ha hecho ya es hora de dejar de lado del móvil y comenzar a visitar la biblioteca o las librerías de libros viejos.

Hoy en día son pocas las personas que mantienen un contacto tan estrecho con los libros. Es un acontecimiento extremadamente singular, ver que una persona se zambulle – por horas – en varias páginas solo para salir a respirar – por un sorbo de café –.

En esta época, al libro se le ha dado una connotación de valor adquisitivo, donde su tarea es más decorativa que cultural. Tras esto, las personas que tienen una vasta biblioteca pero que no han tocado un libro – para llevar a cabo la magnífica labor del descubrimiento en la lectura – no se dan cuenta, de los universos y voces que esperan ser interpretados en la imaginación de quien los lee.

Colores veneno

A mitad del siglo XIX en EE.UU, se fabricaron papeles con coloridos diseños de flores.

Los tonos expresivos de estos empapelados, tenían una mancha oscura dentro, para lograr estos llamativos colores: arsénico.

En la época victoriana este químico era muy utilizado por las grandes y portentosas familias, para quitar piezas – familiares – del tablero y quedarse con la próxima herencia. El arsénico puede resultar perjudicial si se inhala, o si se absorbe a través de la piel, por lo que el contacto con este componente, podría ser letal para la salud.

Referencias peligrosas

Robert M. Kedzie – profesor de química – hizo público su libro “Shadows from the Walls of Death” – 1874 – donde advierte de lo tóxico que pueden convertirse un simple empapelado, en las casas de varios ciudadanos estadounidenses.

Este ejemplar describe que clase de papel era indispensable evitar, pero lo que convirtió su trabajo en un libro peligroso – y no por su contenido subversivo – eran las 84 muestras de los venenosos empapelados.

Quien leía el libro solo para informarse y realizar una comparativa en casa, ponía su vida en riesgo sin saberlo. Hasta la fecha solo quedan 4 originales de las 100 copias, y estos pueden consultarse en la Biblioteca Nacional de Medicina.