En estos días de primavera es difícil no mirar atrás y recordar ciertas Efemérides. La revolución de los claveles en Portugal (25 de Abril de 1974), la República española (14 de Abril de 1931), y la revolución de Mayo del 68 en París por ejemplo, son momentos trascendentes en la memoria de los pueblos o en el cambio de las formas de vida. Algunas de ellas tuvieron éxito, y aunque no conquistaron todos los anhelos, el último rincón del cielo como en el caso de la Revolución de los Claveles, un país nuevo y moderno surgió de aquellos días. El caso de la República española es la historia de una herida sin cicatrizar, una historia triste, aún abierta, al ser derribado un sistema democrático por un golpe de Estado fascista que llevó al retroceso más grande de un pueblo en el occidente europeo.
España perdió 40 años, una quiebra moral y social que sigue pesando en el ADN de un pueblo –incluso hoy, 40 años de la Constitución del 78, vemos las derivas de un sistema político que vuelve a recaer en sus herencias más oscuras.
Los prolegómenos
El mayo Francés del 68 es una revolución repleta de triunfos sociales pero fracasos políticos. El contexto económico que se dibujaba en Francia favorecía, después de una década de desarrollo económico, una depresión generada por el aumento del desempleo. Desde finales de 1966 se había aumentado a más de medio millón de parados y en el 68 casi dos millones de trabajadores franceses cobraban el salario mínimo. Una cultura del consumo que se había propagado durante toda la década, proclive a la dinámica norteamericana del American style of life, encontraba una oposición cultural en la Europa de aquellos años, que reconocía durante la crisis de finales de los 60 un primer escollo, en las dos décadas de Bienestar europeo tras la guerra.
La economía del viejo continente aún avanzaba desde los albores de la recuperación de postguerra y no sería hasta mediados de los 70 y las consecuencias de la crisis del petróleo cuando las políticas socialdemócratas y equitativas no comenzarán a declinar desde el 48. Una de sus consecuencias más claras sería la llegada de Margaret Thatcher al número 10 de Downing Street en 1979.
Políticamente desde 1966 el gobierno del general De Gaulle vivía en un periodo de descrédito. Las consecuencias de la independencia de Argelia y las acontecimientos no controlados por el propio gobierno, en diversos hechos de represión de los medios de seguridad, como los acontecimientos de 1961, donde en una manifestación pacífica de argelinos en París, dejó más de 200 muertos producidos por las Policía y miembros de la Extrema derecha.
Dos años después, las huelgas producidas en la capital acabaron con 9 muertos de sindicalistas de la CGT. Los sindicatos de estudiantes fueron dirigiendo sus posicionamientos ideológicos y movilizaciones hacia la izquierda, generando manifestaciones constantes de protesta frente a la situación, contra la guerra de Vietnam y la crítica abierta hacia la actitud de la metrópoli frente a la liberación de Argelia. La importancia de la Revolución Cultural de Mao (1966), hace evolucionar sobre todo a la juventud, que se estructura alrededor del Troskismo y el Maoismo –sobre todo este último- hacia el activismo. La influencia de ideas libertarias, crea gérmenes ideológicos alejados de la ortodoxia soviética, que aún el sindicalismo o el PCF (Partido Comunista Francés) sustentaban en aquel entonces.
La revolución cultural
Por primera vez en la historia, la juventud se miró como sujeto histórico motor de los procesos. Las nuevas ideologías emancipadoras y movimientos contestatarios como el movimiento hippie o los beatniks, habían dado relevancia a los movimientos jóvenes que llevaban consigo la ruptura de los conservadurismos y formalismos antiguos, y sobre todo la libertad sexual. Desde un perspectiva más europea, y una dirección eminentemente más filosófica, en París, filósofos como los nuevos pensadores marxistas de la época, Herbert Macusse (El hombre unidimensional), Louis Althuser o nuevos movimientos culturales como el letrismo o el situacionismo de Debord (La sociedad del espectáculo) y Raoul Vanaigem (Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones), junto al libro rojo de Mao habían nutrido a toda una generación y jóvenes universitarios de un cuerpo ideológico propicio para el asalto de las costumbres.
La revolución que no triunfó
Los acontecimientos tuvieron como preámbulo el gran abucheo que recibió el ministro de cultura en la Universidad de Nanterre a principios de ese año. Uno de sus principales representantes fue el joven estudiante Daniel Cond Bendit. Este hecho que pareció aislado, llevó a una serie de movilizaciones que tenían como principal razón de ser, la equiparación de sexo en las aulas, la libertad de espacios entre hombre y mujeres, y principalmente una liberación de las normas.
El Vietnam también formó parte de las críticas y manifestaciones del movimiento estudiantil, contra la política americana y de actitud del gobierno francés. Durante varios acontecimientos, los movimientos estudiantiles de derechas y las actividades de movimientos de extrema derecha como Occident, supusieron las contramanifestaciones que acababan en tumultos y movilizaciones policiales, contra el movimiento mayoritario de izquierda estudiantil.
Esto llevó a los acontecimientos del 6 y del 10 de mayo. Tras la declaración ante el Comité de Disciplina de la Universidad en día 6 de Mayo, de los ocho de Nanterre, al salir del juicio se realizaron manifestaciones de apoyo que acabaron en enfrentamientos entre las barricadas levantadas en el barrio latino y la policía. La violencia policial (con varios presos en las cárceles) generó un sentimiento de solidaridad mayoritario entre la sociedad y los estudiantes. Las manifestaciones se repitieron los días siguientes hasta llegar al Eliseo. El día 10 de mayo, los acontecimientos se habían desbordado y su eclosión fue “La noche de las barricadas” al no llegar a ningún acuerdo para la liberación de los detenidos y la policía seguir con la fuerza para acabar las barricadas, produciendo los enfrentamientos más feroces en las calles con la consecuencia de un joven de secundaria muerto.
Al día siguiente París sería ocupada por los carros blindados. Es en ese momento cuando los trabajadores a través de los sindicatos y el PCF, se juntan a las movilizaciones y comenzarían las jornadas de huelga en las principales factorías e industrias. Durante todo Mayo y Junio las movilizaciones de estudiantes y trabajadores comienzan a tener un poder trascendente – habría que decir que en un primer momento los trabajadores y el PCF, no creían en las movilizaciones y la capacidad estudiantil para poner entre la espada y la pared al gobierno de De Gaulle. La entrada en el tablero de los trabajadores hicieron que las movilizaciones de estudiantes se convirtieran en la antesala de una revolución que llevó a De Gaulle a convocar elecciones, pero también a intensificar la intervención policial y la prohibición de los movimientos estudiantiles, y a los grupos de extrema izquierda.
El temor que De Gaulle utilizara al ejército se diluyó con la convocatoria de elecciones, donde el partido Gaullista volvería a ganar con un 38% de los sufragios, habiendo un retroceso de los Comunistas y del Partido socialista de Mitterrand. Aún, hubo movilizaciones aunque poco a poco volvieron los trabajadores a las fábricas. Durante el final del 68 De Gaulle acogió, aún sin dimitir, varias de las reivindicaciones y finalmente propuso un referéndum de reformas del país pero de baja intensidad. Era realmente un plebiscito para él, donde la población respondió con un NO, llevando al viejo gobernante a pedir su dimisión. Comenzaba así el final de los grandes dirigentes que surgieron de la II Guerra mundial.
La revolución de Mayo tuvo consecuencias profundas en la sociedad, en la liberalización de la mujer, en la caída de los formalismos sociales… en la propia vida de los centros educativos y universitarios, y sobre todo en las formas de ver la política y derribar el principio de autoridad de todo: la familia, la universidad, la empresa, la sociedad de movilización política y social, cambió nuestras vidas. Los movimientos obreros siguieron en lucha durante todos estos años consiguiendo mejoras. El Mayo del 68 había derrumbado la política personalista que había surgido después de la II Guerra Mundial, su efervescencia se iba a exportar a México, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Estados Unidos...
A partir de ahora el mundo cambiaba y comenzaría la sociedad que hoy tenemos, aunque como formulara la ley de acción y reacción de Newton, todo movimiento de progreso, tendría un movimiento de reacción. Las políticas neoliberales de los 80, serían la respuesta frente a las secuelas culturales del 68. El Periodista Joaquín Estefanía en su libro Revoluciones, señala que en los últimos años aunque se han visto retrocesos importantes en las libertades, sobre todo en nuestro país, atribuye la herencia de las mejoras generales sociales a aquella fecha.