Fue en el año 2013 cuando Gas Natural cedió la aldea de A Barca al ayuntamiento de Cortegada, Ourense. Desde entonces, el municipio busca inversores que la rescaten del abandono y la conviertan en un lugar atractivo. Se dice lo de los 0 euros porque no estamos ante una compra, sino una cesión a largo plazo.

Todas las opciones están abiertas y el ánimo de los primeros interesados todavía no ha dado paso a una cesión y reconstrucción del lugar. Gracias a las ‘andainas’ que se organizan cada año, el lugar puede visitarse con calma y tanto los mayores, que aún recuerdan historias sobre el lugar, como los jóvenes, pueden pasear sus ruinas.

Un centro estratégico de comunicaciones

A Barca se encuentra muy cerca del río Miño, de la parte de Cortegada, teniendo al otro lado la ribera de Filgueira (Pontevedra). Tal paso es, hoy, franqueado por dos puentes. Uno, pequeño, se ha dejado para los románticos y los conductores que desean reconstruir la ruta de la carretera hace años. Sigue abierto al tráfico. El otro, de moderna factura y con una curiosa historia constructiva, acoge la práctica totalidad del tráfico sobre el río.

Pero, antes de los puentes, estaban las barcas. Construcciones que transportaban mercancías y personas entre ambos lados del Miño, permitiendo el contacto y el comercio de la zona. En la web de ayuntamiento dicen que el lugar formó parte del camino real a Castilla, lo que aumentaría el valor estratégico de la zona.

Por la prensa de finales del XIX e inicios del XX poco sabemos del pueblo, pero sí que las comunicaciones por la parte superior, que conectaba Cortegada y Arnoya con el resto de poblaciones, no era del agrado ni de los lugareños ni de los visitantes.

Y que la solución era similar: utilizar barca para pasar el río.

El motivo del abandono

La construcción de presas fue una constante de la época franquista.

Y así sucedió muy cerca, en Frieira, donde se proyectó y levantó una presa. Fue a mediados del pasado siglo. Los terrenos cercanos y todos aquellos que el río anegaría fueron comprados y expropiados.

A Barca entró dentro de una categoría especial: se realizaron mediciones y la conclusión fue que la aldea no sufriría inundaciones sino en parte de ella, además de en todos lo cultivos de la zona baja. Pero se desalojó completa como medida de seguridad, por si el nivel de las aguas llegaba a topes no contemplados.

Fue así como las familias tuvieron que emigrar y continuaron o rehicieron sus vidas en pueblos cercanos, como Cortegada, O Rabiño o Louredo. Las casas quedaron cerradas y la memoria de la aldea se fue perdiendo. El lugar fue tapado por el monte.