¿Qué hace una imagen de San Benito de O Rabiño en tierras madrileñas? Su origen es una pequeña parroquia de Ourense. ¿Cómo ha llegado una copia de su imagen hasta esta población de Los Molinos?

Una recomendación y el milagro

Lo poco que se sabe es que una vecina de Los Molinos (Madrid) recibe la mala noticia de un cáncer en la lengua. Una amiga de la provincia de Ourense le recomienda que se encomiende a san Benito do Rabiño, santo “milagreiro” (milagrero, en gallego). Así que toma la decisión de rezarle y acudir a su santuario.

Realiza una ofrenda de cera, un exvoto que representa su lengua enferma, y en poco sucede lo pedido: el cáncer desaparece sin más.

La protagonista lo considera milagro, pues sucede a continuación de la oración al santo. Decidida a pagárselo de alguna forma, encarga una réplica de la imagen que sale en procesión, publica una hojita con su historia y organiza una peregrinación desde O Rabiño hasta Los Molinos. Era 1997.

La devoción prende entre los vecinos

Los Molinos es una población de secular historia. Desde mediados del pasado siglo, gracias a la construcción y la mejora de las comunicaciones, su población aumenta y se fortalece gracias a muchos ourensanos que se trasladan a vivir allí.

Resalta la presencia de familias que vivían en Padrenda y cercanías, conocedoras todas de la devoción a san Benito.

Con estos precedentes es normal que la llegada de la imagen y la noticia del presunto milagro creen expectación entre los convecinos. Y, desde entonces, las fiestas a san Benito crecen en importancia. A día de hoy hasta existe una agrupación cultural con su nombre.

La imagen gallega se custodia en la ermita de san José, dependiente de la parroquia de la Purísima Concepción. Se celebran, como en Ourense, las dos fiestas: el 21 de marzo y el 11 de julio, aunque, generalmente, se trasladan al sábado siguiente más cercano. Y poseen un precioso sabor ourensano, gracias a la elaboración de platos típicos, el “pulpo á feira” y los vinos de la tierra.

La imagen copiada

La imagen que custodian en Los Molinos es copia de la que sale en procesión durante las fiestas. Es muy sencilla. De hecho, solo consiste en las manos y la cabeza. Un armazón interno se cubre con un manto negro, ribeteado en dorado, recordando las negras vestiduras de los monjes benedictinos. Se completa con un cinturón dorado y la mitra, recordando su ser abad, que no tiene nada que ver con la dignidad episcopal.

La original sale en procesión, en las Misas solemnes de sus fiestas, permaneciendo en un lugar visible, de una capilla lateral, el resto del tiempo.

Muchas veces, en su manto o a sus pies, se colocan exvotos, medallas y cadenas. Los fieles suelen acariciarlo o pasar un pañuelo por él, aplicándolo a continuación en la cara o el lugar donde sufren un mal.