Acostumbrados a ver lo mismo en el mismo sitio, puede pasar que no valoremos lo que tenemos cerca. Es experiencia común que solemos ver lo lejano y exótico como mejor que lo sencillo y cercano. Por eso, se impone una nueva mirada a nuestro alrededor. En concreto, al patrimonio recibido de nuestros mayores.

Cuántas veces, por desidia, se pierden edificios, restos antiguos, inscripciones, piezas pequeñas y hasta la memoria de nuestros pueblos y ciudades. La existencia de tantos espacios públicos, en internet, donde poder publicar, debería ser una magnífica excusa para recoger, compartir y conocer la herencia de quienes nos precedieron.

O Rabiño, curioso cruceiro

Un cruceiro con templete se encuentra a un paso de la iglesia y el cementerio de O Rabiño, Cortegada (Ourense). Hace años sus vanos estaban tapados por maderas y solo podía verse los días de fiesta, cuando allí se vendían exvotos de cera y se recogían ofrendas. Dos veces al año, el 21 de marzo y el 11 de julio, podía disfrutarse de la visión del cruceiro y el interior del templete que lo protege.

Hoy en día, tras las debidas obras, luce en su esplendor gracias a las rejas finas que protegen el interior, dejándolo ver perfectamente.

Allí, llama la atención la bóveda, con sus medallones simbólicos, parecidos a los que hay dentro de la iglesia aledaña. También la hechura del cruceiro, con sus imágenes religiosas. En el exterior, justo bajo el tejado, inscripciones dirigidas a María, en modo de jaculatorias.

La historia sitúa el conjunto en el s. XVI, denominándolo Humilladoiro, lugar donde el peregrino se arrodilla para rezar por los difuntos y dar gracias por llegar al final de su peregrinar. De hecho, muchos fieles llegaban aquí a pie.

El cruceiro, devoción típicamente gallega

Un paseo por las antiguas tierras de Galicia nos lleva a descubrir infinidad de cruceiros, construcciones devotas compuestas por una base, un fuste, capitel y cruz de piedra.

En ella, muchas veces, el Cristo y, tras él, la imagen de la Virgen madre. Es la imagen típica, aunque hay mucha variedad, desde las cruces desnudas hasta recargadas composiciones de hasta tres cruceiros. Los investigadores reconocen que su origen está fuera de Galicia, pero es aquí donde han conocido un mayor desarrollo.

La costumbre de santificar un cruce de caminos o los alrededores de una iglesia ha pasado a la actual visión del cruceiro como un adorno para colocar cerca de la propia casa. Un elemento devocional se va convirtiendo en un complemento arquitectónico más del hogar. Por eso, aún hoy, en Galicia se construyen muchos cruceiros.

Notas para un cruceiro atípico

¿Qué llama la atención del cruceiro de san Benito?

A falta de un estudio en profundidad, dos elementos: su denominación de Humilladoiro y el templete que cubre y rodea el cruceiro.

Humilladoiro es un término no reconocido por el Dicionario da Real Academia Galega, siendo el vocablo exacto Milladoiro. En el Diccionario de la Real Academia Española sí aparece la palabra Humilladero. Su sentido deriva de humildad, humillación. Hace referencia a un lugar donde se detiene el peregrino, recuerda a los difuntos y, en su memoria, coloca un guijarro sobre la tierra. Es como si depositase una miniatura de una losa sepulcral. Al tiempo, reza por ellos. También define el lugar donde el viador se postra ante la cercanía del final de su camino, dando gracias a Dios por su llegada feliz.

La otra nota curiosa es que el cruceiro de san Benito está cubierto. En Ourense solo se localizan dos cruceiros así: este y el de Marrubio, cerca de Montederramo. Es el de O Rabiño el de construcción más gruesa y llamativa. El de Marrubio destaca por su policromía.

Estas dos notas condicionan una construcción que debería ser estudiada con calma por profesionales. Los vecinos la valoran y su presencia es limpia, pudiendo visitarse siempre que se desee. Lo mejor es hacerlo fuera de los días de fiesta, para poder disfrutarlo en su esplendor.