Cuando Bruce Springsteen firmó en 1972 por la CBS, estos tenían muchas esperanzas puestas en él. Lo veían como el nuevo Dylan, una etiqueta que el propio Bruce odiaba. Dos discos después, las expectativas puestas en él no se habían cumplido. Ambos álbumes no habían vendido como se esperaba y aunque, poco a poco la fama de Springsteen iba avanzando, la paciencia de Columbia se agotaba.

VI el futuro del Rock and Roll y su nombre es Bruce Springsteen

Alguna mágica reseña en la prensa escrita como la ya legendaria de Jon Landau tras su concierto en el Bottom Line (Vi el futuro del Rock and roll y su nombre es Bruce Springsteen) y una mayor presencia en la radio, estaban sirviendo de soporte para que la discográfica tuviera un poco más de confianza en Bruce y que lo promocionaran mucho mejor que en anteriores ocasiones, pero esto también le suponía mayor presión a la hora de configurar su tercera obra, de la que quería que saliera todo lo mejor de él y lo más importante, estaba en juego su continuidad en la discográfica.

Con la ayuda de un piano y encerrado en su casa, Bruce había ido componiendo las que serían las canciones del tercer disco.

Las duras sesiones de grabación

Así, tras un largo trabajo, varias versiones y tomas y más tomas, terminaron de grabar la canción Born To run, una canción legendaria que forma parte de la historia del rock y clave de su repertorio. Desafortunadamente, tras finalizar la grabación de esta canción, David Sancious y Ernst Boom Carter, batería que había sustituido a Vini López, deciden dejar la formación para emprender un proyecto más acorde con sus inquietudes jazzísticas.

Bruce tiene que ponerse manos a la obra en buscar dos nuevos miembros que sustituyan a las dos bajas y tras un breve e intenso período de pruebas eligen a Roy Bittan al piano y teclado, y a Max Weinberg como nuevo batería.

Así pues, podían volver al estudio para proseguir con las sesiones de grabación.

Entonces empezó el calvario. Bruce probaba y probaba diferentes fórmulas para las canciones, pero algo fallaba, tampoco encontraba el modo en que sonara como él quería. Fue entonces cuando hizo aparición de nuevo Jon Landau, con el que había trabado amistad y le aconsejó que se fueran a los estudios de sonido de Record Plant.

Landau se convirtió en mánager y productor y las cosas empezaron a cambiar.

Las sesiones, aunque interminables, puesto que Bruce lo controlaba todo minuciosamente, se fueron desarrollando y finalmente a finales de julio del 75 se podía decir que estaba todo terminado. Steve Van Zandt había entrado en la banda casi de casualidad tras ayudar a crear la famosa sesión de vientos de Tenth Avenue Frezze out.

Así que su fiel amigo y escudero ya estaba con él.

El disco estaba lleno de grandes canciones. Tanto trabajo había dado su fruto y temas como Night, Meeting across the River, Backstreets, She’s the One, Jungleland o la mítica Thunder Road, junto a las ya mencionadas conformaban toda una obra de arte que lo lanzaría al estrellato, entrando en las listas de manera abrumadora, recibiendo críticas excelentes e incluso llegando a ser en una misma semana, portada de Newsweek y de NY Times.

Todo un hito para un músico que lo único que aspiraba mediante sus canciones era a escapar de su destino, de su ciudad, buscar un sitio mejor para él, huir de esas calles…