Las pinturas rupestres, uno de los primeros ejemplos de representación artística de la Humanidad, son un tema apasionante para los profesionales y aficionados a la Arqueología no sólo por la información que desvelan y el atractivo visual que poseen, sino también por el misterio que rodea su origen y su antigüedad.

En la actualidad, resulta complicado establecer cuáles son las pinturas rupestres más antiguas que conocemos. Parece ser que el récord, por el momento, lo ostenta las descubiertas en la isla de Sulawesi (Indonesia) con una edad aproximada de 40000 años.

Por el contrario, los arqueólogos sí conocen de forma aproximada, varios lugares donde existe una gran concentración de estos testimonios artísticos de la Prehistoria, como por ejemplo el macizo del Tassili N´Ajjer, en el Sáhara argelino, o el monte Brandberg, en Namibia.

Uno de los problemas que las pinturas rupestres presentan a la Arqueología y que hace difícil su identificación y localización es que a menudo se hallan en grutas poco accesibles, en condiciones extremas o lugares recónditos. Por ello no es fácil saber dónde y quién realizó las primeras.

Tsodilo, un oasis arqueológico en medio del Kalahari

Uno de esos lugares se encuentra en el árido y reseco desierto del Kalahari. Concretamente en las colinas de Tsodilo, en Botswana.

Aunque fueron descubiertas en el año 1898, estas pinturas no recibieron protección hasta la década de los 30 del pasado siglo. Y aún hubo que esperar más, hasta el año 1978 para que comenzaran a ser estudiadas y catalogadas en profundidad.

En la actualidad se han clasificado un número aproximado de 4500 pinturas rupestres, con una antigüedad media de 24000 años.

Esto podría resultar reciente comparado con lo hallado en Sulawesi, pero resultan 7000 años más antiguas que las halladas en Lascaux o Altamira, que siguen siendo las representaciones pictóricas más tempranas de Europa Occidental.

Además, los arqueólogos no descartan la posibilidad de que existan muestras de representaciones anteriores a la fecha datada, ya que en el entorno se han hallado una gran cantidad de herramientas e instrumentos líticos que arrojan una edad de alrededor de 70000 años, así como un conjunto de 20 minas prehistóricas.

El lugar donde se creó la vida

Toda esa concentración de arte rupestre más evidencias de asentamiento humano ha servido para que la UNESCO designara a Tsodilo como Patrimonio de la Humanidad. La zona en la actualidad está acondicionada para la recepción de turistas, y ofrece la posibilidad de realizar visitas guiadas.

Los arqueólogos creen que Tsodilo debió ser un lugar sagrado para los habitantes de su entorno. Eso justificaría la gran cantidad de dibujos y pinturas allí presentes. Como lugar de veneración, allí se realizarían también cultos rituales y chamánicos de los que apenas conocemos rudimentos: debieron ser ofrendas a la Madre Tierra y a los dioses primigenios.

El pueblo san, más conocido como bosquimano, entre sus tradicionales ancestrales cuenta que Tsodilo fue el lugar donde surgió la vida, y las representaciones pictóricas simbolizarían a los primeros animales en busca de las aguas.

Volveremos a este lugar en futuros artículos, ya que entre sus representaciones pictóricas presenta algunos temas interesantes para los aficionados a la Arqueología, y no queremos pasarlos por alto.