Nacido en 1926 Miroslav Tichý prometía ser uno de los mejores pintores del Arte contemporáneo cuando ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Praga, en la extinta República de Checoslovaquia, pero en 1948 al finalizar la II Guerra Mundial y establecerse un régimen comunista en su país, el gobierno ignorando la libertad inherente al arte ordenó que las tradicionales modelos femeninas fueran sustituidas por rudos obreros. Ante la absurda medida Miroslav en señal de callada protesta y frustración, abandonó la academia y emprendió el viaje hacia un mundo de silencio rodeado de desperdicios y acompañado solamente de su arte.

Se despreocupó de su apariencia personal lo que unido a su actitud discrepante con las normas del gobierno provocaron que lo tildaran de disidente y durante 15 años fuera encerrado en diversas cárceles y hospitales psiquiátricos que pretendían "enderezarlo". En la década de los 60s quedó libre y retornó con ingobernable rebeldía a su vida deambulante. Abandonó la pintura y se dedicó a la fotografía. Despreciado por la sociedad e ignorado por su familia vivió aislado como el "loco del pueblo".

Su vivienda era una precaria habitación en su natal Kyjov donde Miroslav se levantaba cada mañana y recorría su universo nauseabundo recogiendo cajas y envases vacíos, periódicos viejos y botellas rotas ante la repugnada mirada de los personas que sólo veían basura inútil en la que el genio reconocía materiales valiosos.

Con ellos construyó una cámara fotográfica: una caja de metal como centro, un tubo metálico con un extremo cubierto por vidrios pulverizados servían de lente y con tapas de botellas completó el obsturador. Usó brea para impedir que la luz penetrara al interior y por medio de cintas adhesivas unió las piezas y durante 30 años salía a capturar la vida cotidiana, especialmente la figura femenina que después del arte era su mayor pasión.

Llegó a tomar más de 100 instantáneas en un día, las que luego revelaba en un estudio hecho también de forma rudimentaria. Muchas jóvenes para burlarse posaban para él con la certeza de que sólo en la extraviada imaginación de un demente podría caber que las fotos pudieran ser reproducidas.

Roman Buxbaum era un antiguo amigo de la infancia y única persona que se relacionaba con Miroslav y en 1981 comenzó a guardar todas las fotos que encontraba tiradas por el piso .Un día las llevó ante el curador de una reconocida galería en Zurich.

Allí en manos del crítico Harald Szeemann su obra es revelada al mundo debutando en la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla y prosiguiendo su camino hacia la fama por Madrid, Palma de Mallorca, Centro de Pompidou de París hasta encumbrarse en el Centro Fotográfico Internacional de New York. El valor actual de la colección se calcula en millones de dólares.

Miroslav murió en el 2011 y aunque pudo de ser testigo de su propio éxito nunca fue anfritrión en sus exposiciones, pero cuentan que la primera vez que vio el catálogo sus ojos se iluminaron de felicidad.

Cuando el arte es genuino supera las burlas, el desprecio, la represión y el extravío mental. Una década después del fracaso del sistema que lo condenó, el nombre de Miroslav Tichý trascendía para rescatar su lugar junto a los más grandes artistas del siglo XX.