El 24 de marzo de 1976 los militares realizaron un golpe de Estado al gobierno de María Estela Martínez de Perón e instauraron, hasta el 10 de diciembre de 1983, la Dictadura más sangrienta del país que, además, trajo consigo graves problemas económicos a través de la apertura al mercado financiero.
El entonces Teniente General, Jorge Rafael Videla, asumió el liderazgo del Poder Ejecutivo en un triunvirato junto al jefe de la Armada, Emilio Massera, y al jefe de la Aeronáutica, Orlando Agosti. La dictadura se caracterizó por la desaparición de personas, muchas aun desaparecidas, el asesinato y la tortura de opositores políticos, independientemente de si eran guerrilleros o no, el robo de bebés a mujeres secuestradas que se daban a familias de militares, entre otros.
Además se realizó una apertura económica al sector financiero que destruyó industrias y aumentó exponencialmente la deuda argentina, pasando de casi 5 mil millones de dólares a 45 mil millones. La Argentina, que para el inicio de la década gozaba de pleno empleo y hacía gala de ser el país más equitativo de la Región, vio como todo eso se derrumbaba para el final de la dictadura.
En el primer Aniversario de la dictadura, el periodista Rodolfo Walsh publicó la “Carta Abierta a la Junta Militar” en donde denunciaba, entre otras cosas, la persecución militar, el asesinato y desaparición de varios miles de personas, la disminución tanto del salario real como de la participación de los trabajadores en la renta total.
Un día después de publicar este artículo Walsh fue desaparecido y, aun hoy, no ha sido encontrado.
En el ocaso de la dictadura, en 1982, gobernaba Leopoldo Galtieri quien, como manotazo de ahogado, invadió las Islas Malvinas, usurpadas hasta hoy por Gran Bretaña, dando inicio a una guerra para la que no estábamos preparados.
Estos soldados, cuando volvieron, fueron negados y ocultados por el gobierno militar y muchas veces “engordados” antes de ser devueltos a sus familias.
La consolidación de la democracia fue muy difícil. En 1983 asume Raúl Alfonsín, quien logró realizar un juicio a las juntas, pero también se publicaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que limitaban el alcance del Poder Judicial a la hora de juzgar crímenes de lesa humanidad.
El gobierno siguiente, de Carlos Menem, indultó a los líderes militares eliminando a la justicia de la ecuación.
En estos dos gobiernos la crisis económica era muy fuerte, con hiperinflación en el gobierno de Alfonsín y aumento de desempleo y pobreza en el de Menem. En este contexto, en 1999, asume Fernando De la Rúa, pero este círculo que se inició en 1976 explota definitivamente en 2001 generando la crisis económica y política más fuerte de la historia argentina, concluyendo con cinco presidentes en una semana.
Muchos no le dan la importancia necesaria a este asunto. No se vio al actual gobierno de Mauricio Macri preocupado por los juicios a los militares genocidas, más bien todo lo contrario ya que muchos funcionarios del PRO han sido repudiados por poner en duda la cantidad de desaparecidos, indicando que son menos que los que se dicen.
Claro, como si el número importara.
Hoy hay muchos Centros Clandestinos de Detención convertidos en museos, donde la gente puede entrar y recordar una de las etapas más oscuras de nuestra historia. Sin embargo, también hay muchos desaparecidos y bebés expropiados que no se han reencontrado con sus verdaderas familias, por lo que no podemos asegurar que la dictadura haya terminado.