En este mundo telemediatizado, y más aún en medio de la pandemia que persevera con rebrotes y cuarentenas en muchos países, todo parece pasar por los canales virtuales, incluso la educación y el arte se han vuelto predominantemente digitales. A tal punto que parecería que un suceso, una vivencia o un pensamiento no adquieren verdadera importancia ni consistencia real hasta que no se comparten en las redes sociales, con lo cual, paradójicamente, los hechos más significativos de la existencia se convierten en una mera representación. Al parecer, el distanciamiento social y las cuarentenas, han aumentado exponencialmente la utilización de Zoom Tik Tok, anti-selfie y principalmente del llamado “sharenting, (de “share”, compartir y “parenting”, paternidad), que puede traducirse al español como “crianza en línea” y consiste en publicar en las redes sociales cada momento de la vida de los niños.

La hiperconectividad y la hipervulnerablididad

En este contexto, cabe preguntarse si es posible encontrar el equilibrio para que esta hiperconectividad global no desemboque en un estado de hipervulnerabilidad de los niños y adolescentes cuyas fotografías –como huellas digitales indelebles- quedan impresas en internet. Parece necesario, también, cuestionar la ética de publicar fotografías de los más pequeños, sin su consentimiento, y exponerlos no solamente a la vergüenza sino al ciberbullying, al grooming (ciber-acoso) y a la suplantación de identidad, e incidir, además, de alguna manera, en su futuro profesional. En este sentido, una investigación realizada recientemente en la Universidad de Michigan señala que casi el 60 % de los padres publican imágenes que podrían afectar negativamente a sus hijos, tanto en lo personal como profesional.

Cómo evitar los riesgos del 'sharenting'

De acuerdo con los expertos es necesario tomar los siguientes resguardos para no vulnerar la identidad digital de los niños y adolescentes:

  • Tomar consciencia de que todo lo que publicamos en Internet deja una huella que no puede borrarse.

  • No dar nombres ni geo-localizaciones

  • Controlar la privacidad de las cuentas

  • Antes de compartir una foto de un menor, preguntarse si él o ella consentirían, de poder hacerlo

  • Pedir permiso al menor, si tiene edad suficiente para comunicar su opinión.

  • Pensar cómo podría afectar determinada fotografía el futuro del pequeño

  • Es muy importante no poner fotografías de los niños sin ropa

  • Es conveniente pixelar el rostro de los niños para respetar su privacidad

  • Chequear que las imágenes enviadas a través de WhatsApp), no sean compartidas ni reenviadas por tus contactos

  • No mostrar imágenes de los menores en la foto de perfil, que es público.

Así, teniendo en cuenta estas pautas básicas, será posible compartir las fotografías y vídeos de los niños ya adolescentes en sus momentos más significativos, sin correr riesgos ni perjudicar su imagen y su identidad digital.