¿Nos besamos porque es algo instintivo que ha evolucionado desde un antiguo cortejo animal, siendo así algo universal, o lo hacemos porque es una costumbre aprendida y que se da, por tanto, sólo en ciertas culturas?

Los historiadores apuntan a que los humanos ya nos besábamos hace 3.500 años. Sin embargo, se cree que no siempre ha sido así. Y, aun todavía, hay culturas donde no existe el beso con lengua. En este sentido, resulta curioso que algunos investigadores hayan relacionado los besos con lengua con el grado de desarrollo que tenga una sociedad, afirmando que podrían aparecer cuando mejoran las condiciones de sanidad y de higiene oral (pues en un beso se transfieren nada más y nada menos que ¡¡80 millones de bacterias!!).

También es una realidad que no todas las especies lo hacen. De hecho, en el reino animal, sólo está demostrado que son los chimpancés y bonobós los únicos que se besan en la boca en sus encuentros eróticos o reconciliaciones. Y es que, aunque el deseo de apareamiento esté presente en todos los animales, lo cierto es que los besos rara vez han desempeñado un papel importante en el cortejo.

En busca de la razón evolutiva

Aunque no está nada claro origen antropológico de los besos, los científicos barajan distintas hipótesis. La más aceptada afirma que los besos han evolucionado desde la ancestral costumbre de las madres de algunas culturas de masticar la comida y pasársela a sus hijos de boca a boca.

Es lo que se conoce como “beso de alimentación” o “premasticación”. Si esta hipótesis resultase cierta, es bastante curioso imaginar que una conducta que estuvo presente sólo entre progenitores e hijos haya derivado a un comportamiento amoroso y/o sexual entre adultos.

Otras teorías apuntan a la asociación que existe entre el beso y el acto de mamar, pues parece ser que al besar realizamos un movimiento con la boca que es muy parecido al que hacíamos de bebés cuando éramos amamantados por nuestra madre.

Por otra parte, y en lo que respecta al beso en la mejilla, algunos investigadores consideran que esta costumbre podría hundir sus raíces en el hecho de oler la cara, acción que resultaba muy común en nuestros ancestros para reconocerse unos a otros.

Pero, ¿qué función cumple el beso?

  • VALORA LA COMPATIBILIDAD

En lo que respecta a la función del beso, los investigadores parecen estar más de acuerdo.

La mayoría de ellos cree que, mediante el beso, se puede detectar si la otra persona es genéticamente compatible a nosotros y evaluar cómo de óptima es su capacidad de reproducción. Es decir, se trataría de una potente herramienta para valorar y elegir de forma inconsciente a la pareja.

En concreto, el beso funciona como un sensor del estado químico del otro que nos permite evaluar su estado de salud y su capacidad reproductora.

Además, son muchos los estudios que consideran que una de las funciones más importantes del beso con lengua es la transmisión de testosterona, hormona que influye considerablemente en el aumento de la libido y, por consiguiente, en la potencial reproducción.

Pero el beso no sólo es útil en sí mismo.

Dada la cercanía que conlleva, nos permite usar el olfato, que es un sentido de extrema importancia en la recopilación de información sobre el ADN de nuestra pareja. En este contexto, un estudio de mediados de los 90 demostró que las mujeres estaban más dispuestas a besar a aquellos hombres cuyo olor corporal se asociaba a genes inmunológicos que complementaban a los suyos y que, por tanto, darían lugar a una prole con un sistema inmunológico muy fortalecido.

  • AFIANZA LOS LAZOS AFECTIVOS

Se ha constatado que los besos románticos o sexuales producen un considerable aumento en los niveles de oxitocina u hormona del amor. Y que esta hormona cumple un papel esencial en el afecto y confianza hacia nuestras relaciones sociales y, por ende, en el vínculo de apego emocional.

Por consiguiente, se puede afirmar que el beso desempeña una función social básica. De hecho, la cantidad de besos que una pareja se dedica es un dato que correlaciona mucho mejor con el estado de su relación que, por ejemplo, las veces que practican sexo.

  • ES BENEFICIOSO PARA NUESTRA SALUD

Los besos, al igual que las demás muestras de afecto, tienen un impacto positivo en nuestra salud física y mental. Cuando besamos, liberamos endorfinas, serotonina, dopamina y adrenalina. Además, se reducen los niveles de cortisol, hormona asociada al estrés. Se trata, por tanto, de un explosivo cocktail que nos hace sentir mejor, nos reporta felicidad y nos relaja.

Curiosidades sobre el beso

  • LA "FILEMAFOBIA" ES LA FOBIA A LOS BESOS

Por sorprendente que pueda parecer, existen personas que sienten un pánico irracional hacia los besos de amor o besos sexuales.

  • CERRAMOS LOS OJOS PARA NO RECIBIR VARIOS ESTÍMULOS SENSORIALES A LA VEZ

Un estudio publicado en el 2016 en el Journal Experimental Psychology arrojó la luz al interrogante de por qué las personas cerramos los ojos al besar. Concluyó diciendo que lo hacemos para que el cerebro no tenga que procesar estímulos visuales y pueda concentrar sus recursos en sentir de un modo más profundo la sensación táctil del beso.

  • AL BESAR PODÍAMOS ESTAR REPRODUCIENDO LA POSTURA FETAL

Un estudio de la Universidad Ruhr de Bochum corrobora que dos terceras partes de la población tuerce la cara hacia la derecha mientras está besando, lo cual podría estar relacionado con una imitación inconsciente de la postura fetal.