El estilo de vida sedentario (cuantificada con un contador de pasos como una serie de pasos, a menos de 6,000 por día) y una dieta de alto consumo de hidratos de carbono (> 55%, como porcentaje de los macronutrientes, en comparación con la grasa y proteína), han sido asociados en forma significativa de un aumento en la circunferencia abdominal, en mujeres posmenopáusicas.
La obesidad, definida centralmente, es decir, la grasa localizada especialmente en la cintura (circunferencia de> 88 cm en mujeres), se ha demostrado que tienen acción inflamatoria crónica, leve.
En un estudio clínico, publicado en julio de 2016 en el Diario Reviews Brasil Ginecología Obstetricia, llevado a cabo en 95 mujeres después de la menopausia entre las edades de 45 y 65, hubo una correlación positiva entre la obesidad central, niveles de proteína C-reactiva, PCR (> 3 mg / l), marcador muy sensible de inflamación, hiperinsulinemia, resistencia a la insulina y aumento de triglicéridos.
El aumento en los niveles de PCR se ha relacionado con la presencia de aterosclerosis (formación de placas ateroscleróticas) y con la alteración de los parámetros metabólicos; por lo tanto, es un signo de riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Una dieta balanceada, baja en carbohidratos, combinada con la actividad física diaria (caminar durante 30 minutos al día), por lo tanto, tienen una acción preventiva en la formación de grasa visceral y todo lo que sigue.
Obesidad central y parámetros metabólicos
La fisiopatología de las enfermedades cardiovasculares incluye aterosclerosis (acumulación de lipoproteínas en la pared arterial), un proceso de inflamación progresiva que puede comenzar ya en la infancia. De interés creciente, para promover la prevención, son los biomarcadores de la inflamación; entre ellos, la proteína C reactiva (PCR) es un método muy confiable, sensible, reproducible y de precisión.
La primera causa de inflamación es el consumo excesivo de carbohidratos que favorece la producción excesiva de insulina y grasas. Otros factores de inflamación, además de i perinsulinemia (> 10.5 μU / mL) y el índice de resistencia a la insulina (HOMA-IR> 2.4) (reducción de la respuesta de insulina por los tejidos), son colesterol total, el estilo de vida sedentario, los antecedentes familiares de diabetes tipo 2: estos afectan el desarrollo temprano de la diabetes y la aterosclerosis, ya en el niño.
Mecanismo de acción
Cada vez hay más evidencia epidemiológica que revela la acción tóxica endocrino-metabólica de las células grasas adiposas (adipocitos). Estimulan, de hecho, la producción de citoquinas inflamatorias (TNF-alfa e IL6), de sustancias que tienen una actividad pro-trombótica (PAI-1) e inflamatoria (PCR) que, a su vez, induce la sobreproducción de glucosa, triglicéridos y los niveles de insulina (hiperinsulinemia). La suma de al menos tres factores de riesgo, incluyendo las siguientes (acumulación de grasa visceral, dislipidemia, hiperglucemia, y el aumento de la presión arterial), ha sido llamada síndrome metabólico, un precursor de la diabetes y la enfermedad cardiovascular.