Cuando estamos en la primera etapa de vida, con el pasar del tiempo comenzamos a madurar físicamente, primero aprendemos a caminar y nos salen dientes, luego nuestra madre deja de alimentarnos mediante la leche materna.

Es como la pérdida de su segundo cordón umbilical y aquí es donde podemos preguntarnos de nuevo ¿Si me quitan la lactancia, de qué me voy alimentar? Y la respuesta es sencilla, ahora que tienes dientes puedes comer muchas cosas más.

Dicho de otra manera, significaba pasar a ser más independiente y valernos por nuestra cuenta, es ese momento aumentamos la variedad de alimentos y ganamos más capacidad de sobrevivencia.

En muchas ocasiones nos detenemos a contemplar demasiado tiempo aquello que estamos “perdiendo” sin percatarnos de que estamos evolucionando. Desde nuestro nacimiento hasta el tiempo actual, han ocurrido sin duda muchos eventos, incidentes, cambios, desajustes, es decir, toda una suerte de situaciones en las que coexisten la ganancia y la pérdida. Dependerá de cada quien, fijar la mirada en un lado u otro.

A lo largo de la vida todo es cambio, dejar una etapa para pasar a otra superior. Sin embargo, muchas personas siguen funcionando bajo el criterio de que el cambio representa una pérdida.

Por ello, se resisten y cada etapa de sus vidas viene cargada, generalmente, de la nostalgia por la etapa que se deja y de un evidente malestar por tener que asumir ese nuevo estadio en su vida, que a veces es un nuevo esquema, un nuevo estilo, otra casa, otro sistema o simplemente una nueva situación.

Luego de que nos salen los dientes, viene lo inesperado, se nos empiezan a caer, y nos comenzamos a angustiar. Nos costó aceptar que esos primeros dientes eran débiles, pero solo eran los adecuados para esa etapa inicial, y que debían desaparecer para dar paso a otros dientes fuertes y permanentes.

Estábamos ganando pero ¿cómo aprender a ver eso?

Aprender que todo ha sido un proceso para ganar, requiere de revisar nuestro pasado y descubrir en cada etapa, en cada evento, que todo tenía una razón originada en la ganancia. Desde el momento en que salimos del vientre de nuestra madre experimentamos el cambio. Sin embargo existen muchas personas a las que les resulta difícil ver el lado positivo en cada evento de sus vidas.

Muchas personas se encuentran atadas a la permanencia, cerradas a la evolución y a los cambios. No logran ver que los cambios traen siempre nuevas experiencias, nuevos aprendizajes, haciéndonos más aptos para sobrevivir en cualquier ambiente.

Las etapas de la vida se deben asumir con optimismo, olvidando aquello que ya no tenemos y apreciando lo que tenemos en el presente, aprendiendo cada día adaptándonos a los nuevos esquemas. Eso significa aprender a vivir.

Los cambios son una constante prueba de nuestra inteligencia

Crece en tu inteligencia, adaptándote de forma rápida y segura a las propuestas o exigencias que provienen de tu entorno, pues en la medida en que nos resistimos al cambio, en esa misma medida estamos perdiendo nuestra capacidad de seres superiores por nuestra inteligencia.

Cerrarse a los cambios es despreciar la posibilidad de adquirir nuevas capacidades para enfrentar nuestra vida con éxito. Definitivamente la inteligencia del hombre esta asociada a su capacidad para enfrentar los cambios.