Ya que estos gastos no se pueden evitar, al menos puedes intentar ahorrar en otras cosas para ir más desahogada.

Conviene comparar precios

Es conveniente elaborar un presupuesto mensual previo. Y es bien sencillo: se contabiliza el dinero que se ingresa y se descuentan los pagos fijos, habiendo previsto los gastos probables y las previsiones de gastos no mensuales.

Por otra parte, hay que comparar los precios en distintos establecimientos (ya que existen diferencias considerables entre ellos), y tener en cuenta que las ofertas son estrategias para captar compradores, aunque resultan útiles si se saben utilizar inteligentemente.

Cada mes tiene su cuesta particular

¿Te das cuenta de que casi todos los gastos te vienen entre el día 1 y el día 5? Hipotecas, facturas, tarjetas de crédito, consumos domésticos, entre otros. No estará de más que revises el estado de tu economía mensual, justo después de que todos estos gastos hayan adelgazado tu cuenta bancaria. Y que apliques los siguientes consejos. Verás cómo, con los mismos gastos, te sobra algo más de dinero:

Ten presente esos recibos que no son mensuales, habitualmente de consumo doméstico, como el agua o la luz, y las fechas en que te llegan. Hazte una agenda y, a principios de año marca los meses en que se te cargaran esos cobros

Plantéate ahorrar en los gastos fijos, aunque sea más difícil que en los variables.

Haz una lista con ellos y analiza como varían de mes en mes para saber de qué manera puedes ahorrar.

Ajusta el límite en la tarjeta de crédito. Las entidades financieras suelen ponerlo al alza. A lo mejor, te interesa bajarlo un poco y así controlaras más lo que gastas.

Vigila el consumo de electricidad o calefacción. Las ventanas y puertas de tu casa, por ejemplo, pueden permitir que pase aire frío en invierno y aire caliente en verano.

Instala burletes adhesivos y revisa que encajen bien. Te sorprendería saber el frío que puede entrar por una rejilla de 5mm.

Ve de compras siempre con una lista, pero antes revisa tu nevera y despensa para asegurarte de lo que realmente necesitas.

La calefacción se lleva gran parte de tu renta en invierno. Ajusta la temperatura.

Suele basar con 18 grados y un par de grados más durante el día. Instala termostatos para que tu calefacción o aire acondicionado se detenga automáticamente.

No sientas especial fidelidad por ninguna marca ni superficie comercial. Busca lo que más te convenga en cada momento, aunque ello te suponga desplazarte.

Llena la lavadora para ser colada. El prelavado casi nunca es necesario y suele bastar una temperatura de 30 a 40 grados. Aplica estos consejos para el lavavajillas.

En el mercado, piensa en los productos de temporada. Son más económicos, tienen muchas garantías de frescura, y suelen ceñirse a lo que es una alimentación sana y equilibrada.

Coloca sistemas de ahorro en los grifos, sobre todo en la cocina y el baño.

Y vigila la cantidad que gastas cuando enjuagas la vajilla, cuando te lavas los dientes o te enjabonas en la ducha.

No tengas más de una tarjeta de crédito y utilízala racionalmente. Si algún mes te excedes con ella, haz las gestiones oportunas para financiar el pago a la medida de tu economía.

Antes de comprar ropa para la nueva temporada, mira que hay en el armario antes de comprar nueva ropa. Renovar no significa acumular.

Los hijos, esa fuente de gastos inagotables. Siempre estarán dispuestos a darte ideas para gastar. Enséñales tú el valor del ahorro y todo lo que puede ayudar a conseguir proyectos a futuros. No te olvides de que tu ejemplo es, una vez más, primordial.

No te dejes llevar por “efecto ganga”. Tampoco en rebajas, porque acabarás comprando sin necesidad a menos que sean productos útiles.