Junaid Ahmed, un joven de 22 años procedente de Peterborough (Reino Unido), pasa cada día unas 3 horas delante de un espejo preparándose para un sesión fotográfica que suele alcanzar de media unas 200 fotografías. Después, tras una rigurosa selección, cuelga las mejores en su perfil de Instagram para que todo su entorno y sus seguidores puedan admirarlas.

Este modelo obsesionado con el postureo se hace llamar a sí mismo 'El Rey del Selfie', y ha demostrado ser adicto al subidón que siente cuando obtiene cientos de 'me gusta' nada más publicar una nueva fotografía en Instagram.

Solo hace falta ojear su perfil para adivinar que se trata de un joven orgulloso de su aspecto físico, pues abundan las fotografías en las que muestra su cuerpo y su rostro siempre con la mejor pose.

Para lograr la apariencia que luce hoy, Junaid Ahmed se ha sometido a diversos tratamientos de Belleza como el relleno mediante botox en su barbilla, mejillas, mandíbula, labios y parte inferior de los ojos. Además, decidió tatuarse las cejas de forma permanente para tenerlas siempre perfectas.

Pero no todo ha sido un camino de rosas para el influencer británico. Cuando era pequeño afirma haber sufrido críticas e insultos por parte de sus compañero de escuela porque, según él, envidiaban su belleza.

Actualmente, también tiene que soportar los comentarios negativos y ofensivos emitidos por sus detractores, los cuales le atacan por su forma de vida y su físico cada vez que sube una fotografía o video nuevo.

El postureo: la lacra de la humanidad

No es de extrañar que se produzcan casos como el de Ahmed. Desde la invasión de las redes sociales, vivimos en un mundo plagado de selfies.

Estamos obsesionados con la popularidad y necesitamos mostrar todo lo bueno de nuestra vida.

En medio de este ambiente ha surgido el postureo, una peligrosa lacra que se ha ido extendiendo desorbitadamente y está consumiendo a la humanidad, muy especialmente a la población joven y adicta a las redes. Aunque todos saben lo que es, nadie sabe definirlo con exactitud.

Lo que está claro es que se contagia silenciosamente y sin casi ser consciente de ello nos convertimos en una más de sus víctimas.

Cada día somos más las personas que conformamos esta comunidad ''falsa'' donde se alimentan una serie de valores que atentan contra la realidad. El postureo nos está impulsando a vivir en una sociedad que se encuentra más preocupada por aparentar que por ser.