Este planeta es el primero que ha sido capaz de evadir los impactos producidos por la evolución de una estrella como el Sol a enana blanca y quedarse orbitando en ella. Este nuevo hallazgo resulta realmente emocionante tanto para expertos como aficionados ya que (aún sin conclusiones en firme), cabe la posibilidad de que en este tipo de mundos pueda llegar a existir vida.
Ahora, los equipos de profesionales tienen un nuevo reto, estudiar, comprobar y demostra
WD 1856 b, un planeta siete veces mayor que su estrella
Astrónomos internacionales junto a investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias y gracias al satélite TESS (Satélite de reconocimiento de exoplanetas), el ya retirado telescopio espacial Spitzer y el Gran Telescopio Canarias, han descubierto un planeta que orbita alrededor de una enana blanca, cuyo tamaño es de un 40% superior a la Tierra. Hagamos un pequeño inciso para aclarar qué son los términos exoplaneta y enana blanca:
- Exoplaneta: Se trata de un planeta que orbita alrededor de una estrella que no es el Sol, en consecuencia, situado fuera del Sistema Solar.
- Enana blanca: Es en lo que se convierten las estrellas como el Sol tras haber agotado el combustible por el que están formadas. Estas estrellas se hinchan superando en cientos o miles de veces su tamaño original, formándose así una estrella gigante roja. Tras esta transformación, la estrella pierde hasta el 80% de su masa al expulsar las capas externas de gas. De este modo, queda el núcleo caliente de la estrella, conocida como enana blanca.
Este exoplaneta, al que han denominado WD 1856 b, tiene un tamaño siete veces más superior a su enana blanca, llamada WD 1856 + 534, y gira sobre ésta cada 34 horas, siendo una velocidad de 60 veces superior a lo que Mercurio orbita nuestro Sol.
Según TESS, WD 1856 b se encuentra en la constelación de Draco, a unos 80 años luz de distancia, y la enana blanca a la que orbita, cuenta con tamaño aproximado de 18.000 km de diámetro y una edad de 10.000 millones de años.
Los astrónomos todavía tienen muchas preguntas
Según comenta Andrew Vanderburg, profesor asistente en la universidad de Witconsin-Madinson, durante el evento de la creación de enanas blancas, se destruyen los planetas cercanos y transcurrido el tiempo, todo lo que se acerca a ellas es, normalmente, destruido por la grandiosa gravedad de la estrella. Por lo tanto, quedan muchas preguntas para saber cómo WD 1856 b se acercó a su enana para quedarse orbitando en ella. Por el momento, Vanderburg y sus colegas, consideran que el planeta debería haberse formado, como mínimo, 50 veces más lejos de su localización actual.
Siyi Xu, astrónomo asistente en el Observatorio Internacional de Géminis en Hilo, Hawaii, explica que tras el nacimiento de una enana blanca, asteroides o planetas pueden ser atraídos hacia estas estrellas siendo desintegradas debido a la intensa gravedad que poseen y convirtiéndose en un disco de escombros. Aunque existen indicios de que los planetas también podrían ser atraídos hacia dentro, esta es la primera vez que se observa un planeta que ha hecho todo su recorrido quedando intacto.
Un viaje sin incidentes hacia su estrella
El equipo de astrónomos propone varios caminos (a continuación numeramos algunos) para entender el giro de WD 1856 b alrededor de la enana blanca:
- La posibilidad de que la trayectoria se volviese más circular mientras que la gravedad de la estrella tirase del planeta, creando así unas mareas que disiparan su energía orbital.
- También habría sido posible gracias a la ayuda de otros objetos del mismo tamaño que Júpiter que se encontraran cerca de la órbita.
- Las enanas rojas G229-20 A y B que viven en ese sistema y sus efectos gravitatorios, aunque Vanderburf y su equipo tachan ésta y otras opciones de más improbables.
Los objetos que tienen el tamaño de Júpiter son capaces de ocupar masas un poco inferiores a la de la Tierra o que la superen en miles de veces, por el contrario, las enanas marrones quedan entre el planeta y la estrella.
Para poder predecir la composición y naturaleza de un objeto, los científicos observan la velocidad radial, que les permite medir la masa de este. Para que este sistema sea efectivo, es necesario un objeto en órbita que atraiga a una estrella, ya que de esta manera, se modifica el color de su luz, pero en esta ocasión, la enana blanca es muy vieja, por lo tanto, su luz es demasiado débil y carece de características para que los científicos puedan detectar cambios notables.
Al no poder utilizar esta técnica, los investigadores compararon los datos de Spitzer (tomados meses antes de darlo de baja) con las del Gran Telescopio Canarias y no observaron diferencia. Con estos datos y la edad de la estrella e información sobre el sistema, el equipo de investigación concluyó que WD 1856 b, seguramente es un planeta con un tamaño equivalente a 14 veces el de Júpiter.
Esta conclusión será confirmada con las observaciones e investigaciones venideras.
En busca de posible vida en otros mundos
Tras el hallazgo de un planeta orbitando de cerca una enana blanca, WD 1856 b muestra que los planetas pueden salir victoriosos del poder de la creación de enanas blancas, por lo tanto, como apunta Kattenegger, director del instituto Carl Sagan de Cornell, esos mundos podrían tener las condiciones adecuadas para albergar vida. Esto, abre un nuevo abanico donde estudiar atmósferas de mundos que se encuentren en situaciones parecidas a WD 1856 b y encontrar pruebas de habitabilidad.