La existencia de planetas ubicados fuera del Sistema Solar, se viene comprobando a partir del año 1995. A la fecha se han ubicado por lo menos cuatro mil y, al parecer, es tiempo de aproximarse a varios de estos para su estudio. El director científico de la Agencia Espacial Europea (ESA), Günther Hasinger, prevé que entre 10 y 20 años se hallarían tipos de vida sencilla en órbita de estrellas cercanas. Sus atmósferas serán estudiadas desde el Telescopio James Webb, cuyo lanzamiento está planificado para el año 2021. Esto permitirá investigar indicios que modificarían la historia.

Dos planetas alrededor de la enana roja

El grupo de científicos que lo descubrió, ha detectado hasta el momento dos planetas alrededor de la estrella GJ 887, del tipo enana roja con el 50% de la masa del Sol y un uno por ciento de su luminosidad. Bajo esas particularidades, los planetas deben estar próximos a esas estrellas para ser habitables. Estos novedosos mundos, a los que han llamado 'supertierras' por ser parecidos a nuestro planeta en su forma rocosa, pero de mayor tamaño, con una diferencia de cuatro y siete veces su masa, respectivamente; emplean 9,3 y 21,8 días en recorrer una órbita completa.

Uno de estos planetas se encontraría muy cercano a su estrella como para contener agua líquida y el segundo se encontraría exactamente en el límite, por lo que no serían los astros idóneos para hallar los primeros organismos que no estén en nuestro planeta.

No obstante, el sistema de hallazgos de exoplanetas usado por los científicos, abre la probabilidad de la existencia de un tercer exoplaneta con un recorrido orbital de cincuenta días, aproximadamente. Ese sitio sería más favorable para la vida alrededor de la estrella GJ 887.

Aún cuando no se halle vida en esos nuevos sistemas planetarios, la exploración de sus atmósferas facilitará aproximarnos a la conformación de los mundos en el espacio.

En nuestra galaxia llamada Vía Láctea, tres de cada cuatro estrellas pertenecen al tipo enanas rojas, igual que GJ 887. De los miles de astros que observamos en la noche, ninguno son estrellas enanas rojas. Incluso, ni la Proxima Centauri, enana roja más próxima al Sol, se puede detectar sólo mirándola. Cabe destacar que nuestra estrella regente y las que se ven desde la tierra son singularidades dentro del universo.

La vida cerca de una enana roja sería muy dificultosa, por su desequilibrio. La frecuencia e intensidad de las tormentas solares en esas estrellas, que pueden derribar los sistemas de comunicación en nuestro planeta, serían un riesgo para la vida e incluso para la permanencia de sus atmósferas. En el sistema Proxima Centauri, el planeta Proxima B presenta unas emisiones de rayos X, 400 veces mayores a las de la Tierra. No obstante, la enana GJ 887 es comparativamente equilibrada dentro de los astros de su clase, por lo que sus mundos no serían expuestos a volúmenes de radiaciones tan fuertes.

Buscando nuevas formas de vida

Uno de los actores del estudio, Guillem Anglada, científico del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC en Barcelona, considera que la época de hallazgos de exoplanetas puede conducir a encontrar tipos de vida sencillos en pocos años.

Argumenta que, en el perímetro más próximo a la Tierra, a unos quince años luz de separación, escasamente existen cuarenta estrellas y que en ellas debería existir cerca de veinte planetas como la Tierra, de los cuales se han hallado seis.

Después de clasificarlos a todos, utilizando telescopios espaciales, entre ellos el James Webb o entramados terrenales de interferometría, que reúnen la fuerza de numerosos telescopios, para alcanzar la potencia de un inmenso observatorio, empezaría la exploración de moléculas que presuman vestigios de dinámica biológica.

Destaca el científico Anglada que confía en tener la destreza de descubrir indicios de vida, ya que para ellos es sumamente factible que exista, por lo menos en sus tipos más sencillos, si bien no tienen seguro qué cosa van a revelar.

Acota que eso lo realizarán analizando las poblaciones completas de elementos para investigar trazas de oxígeno o metano, por ejemplo, en las atmósferas de los referidos exoplanetas. Determinar en pocas décadas si la actividad biológica es un fenómeno común en el universo, es la meta de esta clase de investigación, pues eso solamente se ha visto en la tierra, a pesar de los millones de planetas que hay.