Un grupo de científicos del Observatorio Interamericano Cerro Tololo, ubicado en Chile, se encontraban realizando estudios de imágenes en las que aparecía Júpiter, cuando lograron percatarse de que algo le pasaba a dicho planeta. En 2017, este grupo de científicos ya había realizado exploraciones de una región del cielo nocturno a través del telescopio de Víctor M. Blanco, en busca del famoso e hipotético Planeta X, cuya masa se estima es varias veces mayor a la de Júpiter. Sin embargo, no encontraron lo que estaban buscando, sino que descubrieron que al gigante gaseoso del sistema solar no lo acompañaban sus usuales 67 lunas, a estas se les sumaban 12 más.

Las primeras cuatro lunas (Io, Europa, Ganímedes y Calisto) fueron descubiertas por Galileo en 1610 y son las que están más cercanos al cuerpo celeste. Entre 1892 y 2003 fueron avistadas 63 lunas agrupadas un poco más lejos del planeta gaseoso, pero en 2018, trajo la noticia que en total son 79.

El secreto de Júpiter

Las primeras observaciones de estas lunas se hicieron a través del Telescopio Blanco 4m. Con la ayuda de la Cámara de Energía Oscura se pudo comprobar la existencia de algunas de ellas. Posteriormente, gracias al Telescopio Magallanes del Observatorio Las Campanas se obtuvo información adicional.

Se pudo saber que nueve de estas lunas forman parte de un enjambre que gira en sentido contrario a la rotación del planeta.

Asimismo, otro de los satélites descubiertos describe una órbita un poco inclinada con respecto al planeta y se atraviesa en el camino del grupo de 9, por lo que es muy probable que de acuerdo a su órbita y dirección, esta podría estar condenada a desaparecer eventualmente cuando colisione con alguna otra.

Júpiter y las 12 lunas

Si bien las 12 lunas fueron avistadas en 2017, no fue sino hasta hace pocas semanas que el descubrimiento fue confirmado. Así lo explica Gareth Williams, de la Unión Internacional de Astrónomos adscrita al Centro de Planetas Menores, reseñado por el portal Universe Today: “Se necesitan varias observaciones para confirmar que un objeto orbita alrededor de Júpiter, por lo que todo el proceso se tomó en un año”.

Esta investigación fue parcialmente financiada por la NASA y fue posible gracias a la asistencia de múltiples observatorios, entre ellos, el Observatorio Lowell de Arizona, el telescopio Subaru, la Universidad de Hawaii y el telescopio Gemini, también en Hawaii.