Por mucho tiempo el consumo de cerveza estuvo vinculado a experiencias negativas para la salud. Ejemplos de lo que se cree son que produce el aumento en la región abdominal, retención de líquidos, y en algunos casos descalcificación a través de la orina; pero si algo bueno tiene la ciencia moderna es la capacidad de rebatir todas las cosas que creíamos saber, por ejemplo, que la cerveza no provoca gases.

Este es uno de los informes que propone el Colegio Médico de La Coruña, al desmentir uno de los supuestos más extendidos con respecto al consumo de esta bebida.

Al parecer la ingesta de cerveza no incide en episodios de reflujo gastroesofágico, así como tampoco incide en episodios de reflujo o acidez.

Según la investigación todo está en la medida. Si se consume de 2 a 3 cervezas diarias no se generan síntomas dispépticos como los mencionados anteriormente. La investigación además incluyó el estudio de casos de distintos sujetos, con una edad igual o mayor a 18 años. La intención era comprobar si el consumo moderado generaba molestias gastrointestinales.

Cerveza dañina para el estómago, un dato no comprobado

Según los resultados obtenidos, a pesar de tratarse de una bebida fermentada, la cerveza no sería la causante de padecimientos como la acidez, la mala digestión o incluso la sensación de repetición de las comidas.

En estudios elaborados en anteriores oportunidades, como el que estuvo presidido por la doctora Gamma Vilahur del Instituto Catalán de Ciencias Cardiovasculares, publicado en febrero del 2018, sí resaltan ciertos aspectos positivos del consumo de esta bebida. Este sería el proceso de regeneración de tejidos en pacientes que han sufrido un infarto al miocardio, influyendo de manera positiva en la regeneración de células y en la disminución de la cicatriz.

Sin embargo, hasta el momento, no se ha encontrado ningún dato que relacione el consumo de cerveza con respecto a otras enfermedades, como las gastrointestinales.

Incentivar el consumo responsable de cerveza

Los resultados arrojados por la investigación del Colegio Médico La Coruña, al igual que con el resto de los estudios publicados, explican que la base se encuentra en el consumo responsable a fin de no sufrir alguna dolencia o padecimiento por el exceso de alguna sustancia, incluyendo, por supuesto, nuestra espumante amiga.

El no exceder la dosis recomendada, además de evitar las rutinas que propician el sedentarismo, es la clave para no ver afectada la salud al consumir esta bebida.

De la misma manera Enrique Rey Díaz-Rubio, director de la investigación, es enfático al aclarar que no es vinculable a trastornos de gases y reflujo, así que no se debe temer a los gases.