Es bien conocido que la radiación es capaz de alterar la información genética de los organismos a través del fenómeno conocido como mutagénesis. Este podría ser el caso de la población de lobos grises provenientes de la zona cero del desastre nuclear de Chernóbil. El fatal accidente que aconteció en 1986, trajo como consecuencia la delimitación de un área de 4,300 kilómetros, que por órdenes de las autoridades, se desalojó totalmente.
Esto se hizo con la finalidad de salvaguardar a la población de la contaminación radioactiva. Al ser abandonada por los humanos, en la zona proliferó la fauna silvestre, que se vio expuesta a la radiación remanente.
Es muy posible que la mayor parte de estos organismos presenten mutaciones en su material genético, por la exposición constante a dicha contaminación.
El estudio de 'Wildlife Research'
De acuerdo a un nuevo estudio publicado en la revista European Journal for Wildlife Research, ejemplares de la especie Canis lupus (mejor conocidos como lobos grises) que habitan en la zona de exclusión, podrían ser responsables de diseminar su material genético defectuoso a través del continente europeo. Aunque en el área se pueden encontrar otros Animales como caballos, linces, venados, jabalíes y ratones, el caso del lobo gris es excepcional.
La densidad poblacional de estos depredadores de la familia de los perros, ha llegado a superar por siete veces, la magnitud de la densidad reportada en otras zonas y reservas próximas a Chernóbil.
Esto significa que el área ha llegado a su capacidad de carga para soportar grandes depredadores; es decir, ha alcanzado el límite de lobos que puede albergar el mismo lugar. Lo anterior resulta importante, ya que al alcanzar dicho límite, es posible que los lobos busquen dispersarse a otras zonas con más recursos para sobrevivir.
La diáspora de los lobos juveniles
Con la intención de conocer el movimiento de los lobos, los científicos colocaron en una muestra de estos animales provenientes de Chernóbil, collares con un dispositivo de localización GPS.
La muestra estuvo conformada por un individuo juvenil (entre 1 y dos años), y trece individuos adultos (edad superior a 2 años).
A partir de lo anterior, los investigadores lograron observar que mientras que los lobos adultos no se movieron fuera de un radio de 30 kilómetros en la zona cero, el ejemplar más joven caminó aproximadamente 369 kilómetros en 21 días. No obstante, fue imposible constatar si este ejemplar regresó a su hábitat original o migró definitivamente, a causa de una falla en el dispositivo GPS.
Michael Byrne de la Universidad de Misuri, fue el científico que lideró la investigación. El investigador atestiguó en el portal Live Science, que esta es la primera evidencia de la diseminación de los lobos fuera de la zona de exclusión. Asimismo, estableció que es posible que este fenómeno también se reproduzca en otras de las especies de fauna silvestre que habitan en la zona.