Los avances de la ciencia muchas de las veces, nos muestran parte de la poca humanidad que sobrevive en los corazones de quienes son autores de los grandes descubrimientos. A estos investigadores podría acusárseles de crímenes atroces. Los semidioses sin nombre, los criminales autodeclarados. Todos queremos vislumbrar que hay más allá de la frontera donde la parca desteje el rostro de la vida. Ningún valiente que ose intentarlo regresa con el alma intacta.

Uno de los vídeos que podemos visualizar en Youtube, sobre experimentos en Animales de este tipo, es la cabeza viva de un perro decapitado.

Este experimento fue realizado por científicos rusos en el año de 1940, y quien haya visto dicho filme habrá sentido temblar su sensibilidad, entristecerse y hasta enfurecerse por tal atrocidad. Sin embargo no nos damos cuenta que día con día se llevan a cabo estos ensayos donde muchos animales sufren en “pro” de la estética y la salud humana.

La cuestión ética enfrentada a la intención del avance científico

A raíz de un estudio donde científicos prolongaron la actividad cerebral de cerdos decapitados, se han manifestado distintas cuestiones éticas. ¿Los animales se encontraban conscientes cuando mantuvieron el cerebro vivo, luego de ser decapitados? Expertos Universidad de Yale. EE.UU – declaran que luego de decapitar a los cerdos, consiguieron restaurar la circulación hacia el cerebro y prolongar la vida de los órganos cerca de 36 horas.

El propósito de la investigación es descubrir una manera de analizar el cerebro vivo, dentro del laboratorio, para comprender su funcionamiento. Estos datos ayudarían al desarrollo de nuevos tratamientos para tratar varias enfermedades relacionadas. De igual manera también se pone sobre la mesa la probabilidad de alargar la vida, y si es probable mantener vivo el cerebro humano fuera del cuerpo.

Inmortalidad, ficción y ética

El estudio fue presentado en una conferencia de ética científica en los Institutos Nacionales de Salud (NH) – Estados Unidos – Bethesda, Maryland –. Nenad Sestan – Profesor de Neurociencias – aclaró que el experimento se realizó con 100 y 200 cerebros de cerdos. Sestan afirma que no hay muestras de que los animales tuvieran conciencia cuando se les desarticulo la cabeza.

Sin embargo algunos investigadores expresan el temor de que hubieran estado conscientes en algún momento de la disección.

La comunidad científica hace un llamado para desarrollar nuevas maneras de medición de la conciencia y restablecer un límite riguroso, para que continúe el trabajo de investigación en este campo con el apoyo del público. Asimismo el profesor Colin Blakemore – Escuela de Estudios Avanzados, Universidad de Londres – convoca a los investigadores para que haya un debate sobre estas cuestiones que le conciernen tanto a expertos como al mundo entero.