Cada pareja es diferente, y por tanto cada ruptura tiene unas características distintas, pero lo habitual es que tanto la persona que decide poner fin, como el que es dejado, pasen por un período de malestar y posterior recuperación. Como en todas las situaciones difíciles a las que nos enfrentamos en la vida tenemos la posibilidad de elegir cómo vamos a hacerle frente. Podemos elegir hacer aquello que nos ayudará a superarlo con un nivel de sufrimiento normal o con un malestar inútilmente elevado.

Cuando una pareja se rompe

En este caso el proceso es muy similar al del duelo, cuando perdemos a un ser querido.

De hecho, muchos autores, lo consideran otro tipo de duelo. Y las fases para superarlo son similares. Al fin y al cabo cuando una relación se rompe, dejamos de convivir con esa persona, de pasar tiempo con ella, de compartir nuestros sentimientos... Es decir, iniciamos una nueva etapa en la que esa persona ya no estará presente.Cada separación es diferente, y además cada persona se enfrenta a las adversidades de una manera distinta.

En algunos momentos es habitual incluso sentir ansiedad. En este caso te recomiendo leer también claves para controlar la ansiedad. En otros momentos es habitual que aparezcan síntomas de depresión. Pero tenemos que tener presente que sentir malestar a lo largo del proceso es algo totalmente normal y además necesario para poder superarlo.

Intentar negarlo o restarle importancia únicamente nos va a conducir a alargar el tiempo de recuperación.

Pautas para enfrentarnos a la ruptura

Aunque cada ruptura tiene unas características diferentes, hay una serie de pautas que todos podemos llevar a cabo para cuidarnos durante este proceso.

Cuando una ruptura es definitiva, lo primero que tenemos que hacer es aceptar la realidad.

Muchas personas se empeñan en pedir continuas explicaciones, en enfadarse, en suplicar una nueva oportunidad... Pero si la decisión es firme (al menos de momento) hasta que no lo aceptemos como una realidad que no podemos modificar, no podremos comenzar el proceso de recuperación. Pide ayuda. A los amigos, la familia, los compañeros del trabajo con los que tengas confianza...

No tienes que pasar por esto solo/a. Tener alguien al lado con quien poder desahogarse o simplemente pasar el rato, te va a ayudar a estar distraído y sentir el cariño de la gente que te rodea.

Deshecha los pensamientos que no ayudan. Sobre todo en los primeros días es frecuente tener pensamientos del tipo: "¿Y ahora qué va a ser de mi? Con la edad que tengo nunca voy a encontrar pareja, nadie me va a querer", o "Diez años de mi vida invertidos en esta relación para nada, he estado perdiendo el tiempo", o "No he estado a la altura, me lo merezco por no ser suficiente". Este tipo de pensamientos no sólo no nos ayudan a resolver la situación, sino que además nos hacen sentirnos peor. Y lo más importante de todo: son falsos.

Que una pareja se rompa no quiere decir que nunca vayas a volver a enamorarte, o más allá, que se puede ser feliz sin tener pareja. Aunque se haya roto la relación, no es tiempo perdido. Son experiencias, aprendizajes, momentos que nadie te va a poder quitar. Y por último, que una relación termine normalmente no es responsabilidad de una sola persona, sino de la interacción que ha habido entre las dos.

Cuídate

Busca momentos todos los días para hacer eso que tanto te gusta. Cada uno tenemos unos gustos y nos hace sentirnos bien diferentes cosas. Pero la mayoría de las veces son cosas muy sencillas, como ver una serie, dar un paseo, leer, tomar un café con un buen amigo, ver una película, hacer deporte...

Piensa qué es lo que te hace sentir bien y reserva todos los días un momento para hacerlo. Y pon en práctica el aquí y ahora. Céntrate en el momento presente. Si necesitas más pautas sobre esto echa un vistazo a qué es el mindfulness.

Y por último, recuerda que todo pasa. Aunque parece una frase hecha es totalmente cierta. Al principio pensamos que el dolor que sentimos nunca se va a pasar o que la pérdida va a ser irreparable. Pero el tiempo consigue que veamos las cosas con otra perspectiva. El dolor poco a poco va disminuyendo, aprendemos a vivir sin la otra persona y vemos que la vida continua más allá de todo esto. Y aunque nos quede una cicatriz, la herida termina cerrándose.