Que las biociencias y las técnicas de reproducción asistida han evolucionado enormemente es una obviedad. Sin embargo, existen parcelas inescrutables que plantean multitud de dudas éticas. El hallazgo del bioingeniero Yve Shao apuntaló lo que los investigadores de la Universidad de Rockefeller, en Nueva York, vienen a denominar "Embriología sintética".
¿Qué son los "embrioides"?
Yve Shao, bioingeniero e investigador del MIT y de la Universidad de Michigan lleva varios años estudiando las células madre. Sin pretenderlo, un día descubrió que las células que analizaba se ensamblaron por sí solas formando un círculo ladeado, en lo que aparentemente se asemejaba a un embrión humano en sus primeras fases de desarrollo.
La sorpresa y la curiosidad por ahondar en semejante hallazgo le llevó a seguir estudiando. Apreció que las estructuras estaban incompletas al carecer del tipo de célula necesaria para generar una placenta, un corazón o un cerebro. Por tanto, al considerar que no sería ético permitir que prosiguiera su desarrollo destruyó este "embrioide", tal y como lo llamó, empleando detergente y formaldehído.
Su descubrimiento no cayó en saco roto, y a pesar de que este hallazgo Shao no lo ha hecho público hasta 2017, otros investigadores, en este caso de origen nipón, le tomaron el relevo logrando engendrar ratones a partir de células epiteliales, en ausencia de óvulos y de espermatozoides.
¿Nos hallamos ante una revolución biológica?
Ahora que se cumplen 40 años del primer bebé probeta, resulta inegable que tanto la inteligencia artificial como las biociencias están cosechando avances relevantes que alimentan la imaginación de todos en torno a sus posiblidades en el ámbito de la reproducción asistida. No obstante, el debate ético también está ahí, ya que resulta factible engendrar un embrión a partir de un fragmento de piel sin el consentimiento expreso de su portador.
Lo cierto es que en la actualidad se recurre a las Células madre con fines puramente médicos. Esto es, para crear un trozo de pulmón o de intestino o para crear neuronas con las que obtener tejido humano. Pero, ¿qué connotaciones éticas posee el hecho de mezclar material genético sin editar el ADN de varias personas? ¿Deseamos clones?
Sea como fuere, en un futuro no muy lejano la experimentación biológica será una realidad, lo que demanda un consenso social, y jurídico, sobre las líneas rojas que conviene no sobrepasar.