Drosophila melanogaster, es un insecto díptero mundialmente conocido como MOSCA del vinagre, debido a su modo de alimentación a partir de frutas y verduras que hayan comenzado un proceso de descomposición y fermentación de sus azúcares. Es el insecto más utilizado en investigación científica, y en concreto en el campo de la genética, debido a varias características que la hacen el modelo perfecto para la experimentación. Presenta un ciclo de vida completo bastante breve de huevo a adulto (unos 20 días), un número de cromosomas muy reducido, sólo 4 pares, además de que los resultados obtenidos con este modelo son fácilmente extrapolables a animales superiores como el ser humano, pues muchos de sus genes son parecidos.

La mosca más famosa de la ciencia

El mayor avance científico realizado con la mosca del vinagre fue la obtención completa de la secuencia de su genoma en el año 2.000, afirmando la presencia de unos 13.600 genes diferentes. En la actualidad, esta mosca se utiliza en numerosos proyectos de investigación genética sobre enfermedades humanas, como el cáncer o diversas enfermedades raras.

Hablemos de reproducción

Tanto las moscas del vinagre como el resto de animales son incapaces de realizar dos comportamientos simultáneamente y tan diferentes como son la reproducción, con todo lo que conlleva (localización, cortejo, apareamiento…), y el sueño. En este sentido, un grupo de investigación multidisciplinar y multiinstitucional, englobado por científicos de la Universidad de Yale, la Universidad de San Diego, La Universidad del Sureste de China y el Instituto Médico Howard Hughes, han descubierto las conexiones neuronales que explican por qué no pueden realizarse ambas actividades al mismo tiempo y qué diferencias existen entre ambos sexos.

Centrándose en machos fértiles de moscas del vinagre, han observado como la privación de sueño en estos individuos hace desaparecer su interés en el cortejo de las hembras, mientras que las hembras jamás pierden el interés sexual, aunque no hayan dormido nada. Además, los machos que se encontraban en un punto de excitación sexual muy elevado dormían bastante menos que sus compañeros.

En el caso de las hembras, la explicación se basa en que deben estar siempre dispuestas para la reproducción, pues, debido al escaso número de pretendientes, no pueden permitirse perder ni la más mínima posibilidad de fecundación. Por otro lado, la diferencia conductual en los machos, se entiende al plantearse la posibilidad de que la reproducción tenga que interrumpirse por su falta de descanso.

Para evitar esto siempre priorizarán el descanso al Sexo, pues sin el primero, el segundo jamás será efectivo en la transmisión de sus genes a la siguiente generación.

Junto con todo ello, los mismos investigadores han estudiado las conexiones neuronales implicadas en estos comportamientos, comprobando como son capaces de anularse entre sí. Del mismo modo, plantean la posibilidad de una regulación neuronal similar en humanos, aunque mucho más compleja.

“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”