Cada vez que alcanzamos una meta, nos sentimos orgullosos de nosotros mismos. Y cuanto más esfuerzo y sacrificio costó conseguirlo, nos sentimos más merecedores de lo obtenido.

Asumimos que cualquier logro implica un camino largo y complicado, nunca va a ser fácil. Es una creencia que hemos venido arrastrando del pasado y que muchos han considerado como una verdad universal.

Creemos ciegamente que sin “sangre, sudor y lágrimas” no veremos materializados nuestros objetivos. Esta especie de dogma, ha ocasionado que un gran número de personas se programen para vivir en una lucha constante; desde muy jóvenes se visualizan en un mundo hostil y competitivo lleno de obstáculos y dificultades que hay que vencer, por ello hay que entrenarse cual gladiador romano, con armadura y espada.

Enfrentar la vida de este modo, nos convierte en seres inseguros, temerosos y predispuestos al fracaso.

Si comenzamos una tarea creyendo que nos costará mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio, pues nos costará el doble. Si crees que la vida es lucha y sufrimiento, pues sin duda eso será para ti, vivirás preparándote para la embestida.

“Hay veces que un hombre tiene que luchar tanto con la vida que no tiene tiempo de vivirla” decía el escritor americano Charles Bukowski.

La vida no está en tu contra, no puede ser un ring de boxeo, ni un valle de lágrimas y lamentos; tampoco será el paraíso, pensará la mayoría, pero sin duda hay que encontrar la manera de vivirla lo más agradable posible, disfrutar a plenitud cada día y aprender a recibir todo lo bueno que se nos regala.

No hay que olvidar que nuestras creencias, pensamientos, acciones y emociones marcan el rumbo de nuestras vidas.

Cómo vencer los obstáculos

Ciertamente cada cosa que emprendemos implica esfuerzo y organización, pero no siempre debe resultar difícil, tortuoso y complicado; la mayoría de los obstáculos que se presentan provienen de nosotros mismos que los proyectamos al exterior.

El miedo al fracaso, la baja autoestima, las inseguridades y hasta el miedo al éxito son las principales barreras que interponemos entre nosotros y nuestros sueños.

Todo principio puede parecer difícil hasta que se aprende. Cuando decidimos abrirnos al mundo, se presenta ante nuestros ojos un abanico de posibilidades maravillosas, que están allí esperando por nosotros.

Recorrer el camino con entusiasmo, confianza y esperando siempre lo mejor, es el secreto para comenzar a vivir de otra manera. Lo primero es convencerte a ti mismo de que todo es posible. Todo lo que necesitas para triunfar y ser feliz está en ti.¡Créelo, créalo y vívelo!