Ahora que el Partido Popular acepta por primera vez “sustituir” la LOMCE por una nueva ley de Educación, es necesario repensar qué tipo de educación queremos en nuestro país. Hemos de pasar de los buenos propósitos, de las palabras a la acción, a los hechos. Es necesario transformar la educación.
Siguiendo la cita de Thomas Merton: "Cada persona que nace viene al mundo con una pregunta para la cual no hay suficiente con las viejas respuestas", podemos decir que cada época plantea retos a la educación que no se pueden afrontar solamente con las viejas respuestas y las mismas maneras de hacer.
En el actual sistema educativo, los objetivos, los contenidos de aprendizaje y las competencias que tienen que desarrollar los alumnos son importantes. Pero son esenciales las condiciones que el educador promueve y sus formas de hacer. Así pues, ¿qué es necesario conservar de las prácticas tradicionales y que hace falta promover o repensar?
Los proyectos de mejora en educación son lentos y han de ser fruto de un proceso compartido de ilusiones, ideales y utopías. También han de reconocer el trabajo hecho y animarnos a mejorar y a explorar nuevos territorios. Suponen cambios de cultura y eso no es posible sin el consenso de todas las partes. Formular el horizonte es precisamente eso: concretar entre todos dónde queremos llegar.
La época que estamos viviendo nos obliga a repensar la educación, a reflexionar sobre el significado de aprender y de alcanzar un buen nivel de aprendizaje y también sobre el papel de la escuela y de los docentes. En primer lugar, hemos de crear las condiciones para que la ley educativa sea una cuestión de estado y sea fruto del consenso de todos los partidos políticos.
En segundo lugar, hemos crear las condiciones para que los profesionales, los alumnos y los padres y madres puedan protagonizar la transformación educativa. Solamente así tendrá sentido una nueva ley educativa.
Nos jugamos mucho y en estos momentos es necesario pensar en el horizonte no solamente como un punto de referencia para hacer camino, es también una realidad a la que queremos llegar. Dicho de otra manera: no pienso en apaños o pequeñas en las leyes educativas, es necesaria una verdadera revolución educativa.