El pasado 8 de febrero de 2016 fue un día como cualquier otro para la mayoría de los mortales. Sin embargo, fue un punto de cambio en la carrera de uno de los pívots más dominantes del panorama baloncestístico actual, Marc Gasol. Ese día el español cayó lesionado de gravedad (240 días estuvo sin jugar) en el partido que jugaban los Grizzlies contra los Blazer, despidiéndose de una notable temporada hasta ese momento y con el temor de volver a ver nunca más a la versión más dominante del mediano de la saga de Sant Boi.

Ahora, metidos de lleno en la temporada 2016/17, podemos decir bien alto que el rugido de Marc vuelve a aterrorizar en los estadios de la NBA.

Atrás quedan el dolor por la ausencia en los JJ.OO. de Rio y la amargura de ver como un año más, el sueño de presentar candidatura al anillo en el Oeste tendría que posponerse. Pasado lejano. He’s back, y con más fuerza que nunca.

El faro de Memphis

Si hay una palabra que define a Marc es líder. Faro, timón, estela a seguir. Memphis y los Grizzlies se agarran al clavo ardiendo de la figura de Gasol, porque saben con certeza que cuanto más brille el pívot español, su éxito es más que probable. Si este año los osos siguen dando miedo en el salvaje Oeste, él es el gran responsable. Con la ausencia de Mike Conley por una lesión en la espalda, la baja persistente por problemas físicos de Chandler Parsons y el ocaso de Zach Randolph y Vince Carter, Gasol se ha hecho con el mando de la situación.

En los diez partidos sin Conley, los Grizzlies han registrado un impresionante 7-3 destrozando por el camino a Warriors y Cavaliers, y Marc ha sido el gran artífice de tales hazañas. Lejos de la zona de confort de ser un gran jugador sin la vitola de estrella y con la etiqueta, ahora ya sí, Gasol ha llevado a Memphis a puntos de juego excelsos, aventajando a sus rivales por 15 puntos cada cien posesiones con él en pista.

Tal es el impacto de Marc esta temporada que su entrenador, David Fizdale, no ha dudado ni un segundo en alzar a los cielos a su estrella y extensión en pista.

Nuevas armas, una máquina completa

Transcurridos un tercio de la temporada regular, Marc nos ha deslumbrado con su reconvertido juego hasta rizar el rizo de lo que se espera de un siete pies.

Pese a ser conocedores de la sutileza de su muñeca, verle salir a la línea de tres con un exquisito 41.4% de acierto en triples con 3,5 tiros por partido —41 aciertos en 99 intentos— situándose a la altura de los mejores e incluso por encima de jugadores como Curry, Thompson o Durant, no deja de sorprender.

Su nueva faceta, sin embargo, es un paso lógico hacia la evolución del Baloncesto actual.

La desinhibición del modesto

Ver al jugador catalán celebrando tiros ganadores se ha convertido ya casi en una rutina en esta primera parte de temporada que nos ha regalado. Acostumbrado a vivir finales de infarto de los Grizzlies, Marc Gasol ha dejado a un lado esa máscara de guerrero modesto impoluta para vestirse con el traje de estrella. Su figura está brillando más que nunca y ya son míticas entre toda la liga sus celebraciones a lo Johnny Cash o Conor McGregor.