En una estación de ferrocarril, en una tienda de ultramarinos, en un convento, en un monasterio benedictino o en una fábrica de papel. Dormir en cualquiera de estos lugares podría parecer algo extravagante, insólito e incluso desconcertante. Esto si no fuera porque se trata de lugares que, después de pasar por una estudiada mano de obra y pintura, han dejado de ser lo que eran para convertirse en hoteles. Estos cinco alojamientos son opciones con mucha personalidad para descansar en la Vall Fosca, en la comarca del Matarraña o en la Costa Brava.
Los hay de diferentes gustos y presupuestos.
Esta idea es tan original y está teniendo tanto éxito que quiere llevarse a cabo en otras ciudades y países del mundo.
Una estación de tren
Atocha, Mérida, Nueva York, Estambul, Sevilla o Abando. Son los nombres de algunas de las habitaciones del Hotel La Parada del Compte. Todas evocan alguna estación ferroviaria del mundo y están ambientadas y decoradas como tales.
Estamos en uno de los hoteles rurales más originales de la comarca, un establecimiento de cuatro estrellas ubicado en una antigua estación de ferrocarril de los años 40, transformada en un bonito conjunto de edificios donde se combinan perfectamente las antiguas estructuras industriales con una estética vanguardista y moderna.
El hotel se sitúa en una finca de cinco hectáreas y a dos kilómetros del pueblo de la Torre del Compte, muy cerca del río Matarraña. El restaurante, llamado El Andén confecciona una cocina mediterránea y aragonesa con un toque moderno, con productos de la tierra, acompañada de exquisitos vinos de la Bodega Algars, elaborados en Arenys de Lledó.
Una tienda de ultramarinos
El molinillo de café y el de la pimienta, el mostrador modernista, los cajones donde se guardaba el producto a granel. En la pequeña tienda de ultramarinos de Senterada todo se conserva como era hace cien años, cuando este establecimiento suministraba alimentos a las colonias industriales de la Vall Fosca.
Hoy, la tienda, y todo el edificio del que forma parte (que durante un tiempo también fue un pequeño hostal), se ha convertido en una encantadora casa rural. Casa Leonardo está llena de rincones nostálgicos, recuerdos de una época de comienzos del siglo XX, en el que el valle estaba lleno de trabajadores que construían la primera central hidroeléctrica del valle y que el abuelo de Mireia (la actual propietaria) acogía en su hostal.
Hoy, Mireia, Jesús y sus dos hijas, gestionan este alojamiento de calidad, muy acogedor, con siete confortables habitaciones decoradas con mucho gusto. Destaca la Alcoba, una suite con vistas al campanario de Senterada, bañera de hidromasaje y como hilo musical el sonido del río Flamisell.
Un convento en Begur
Las celdas de un antiguo convento convertidas en un hotel de lujo. El Convento de Begur es el lugar perfecto para aislarse del mundo y dedicarse en cuerpo y alma a uno mismo. Pero con todas las comodidades y lujos que uno se puede permitir pasando una noche, o dos o las que el presupuesto y el tiempo libre permitan, en este singular hotel de cuatro estrellas.
El edificio, del siglo XVIII, está situado justo en el lugar donde dice la tradición que se había de levantar un altar a santa Reparada, la patrona de Begur, un convento donde vivió, durante décadas, la orden de los Mínimos y que aún hoy conserva sus estructuras y materiales originales, los suelos de barro y las paredes de piedra.
De mínimos se ha pasado a máximos.
Las antiguas eras y huertos de los religiosos hoy son cuidados jardines para pasear o relajarse en la sombra de los cipreses, las celdas son lujosas habitaciones y los antiguos espacios comunes han pasado a ser un restaurante de primera, amplias salas de estar , zona de masajes, biblioteca ... lo único que sigue como siempre es la antigua capilla, dedicada a santa Reparada.
Un monasterio benedictino
Los antiguos monjes benedictinos que vivían en este monasterio seguro que no podían consultar una carta de almohadas, ni sábanas, ni relajarse en el spa o disfrutar de una cena íntima dentro de la ermita.
Son cosas que hoy pasan en San Pere del Bosc, un hotel que ha transformado el antiguo monasterio (del siglo XVII) en un alojamiento donde la excelencia y el trato ultrapersonalitzado son marca de la casa.
Como también lo es -esto desde hace más de cien años- su look modernista, testigo de la última reforma que hizo del monasterio el mismo Puig y Cadafalch, o los muebles coloniales o el Restaurante del Indiano, en recuerdo a Nicolau Font, un comerciante lloretense que después de hacer fortuna en Cuba compró el edificio en 1860 y lo transformó en un elegante palacete.
Una fábrica de papel
Viajar sin prisas. Es lo que nos proponen desde La Fábrica de Solfa, hotel de 8 habitaciones, sin televisión, situadas en lo que fue esta histórica fábrica de papel en el pueblo de Beseit, en la comarca del Matarraña. Los cuartos son los pisos superiores del edificio, precisamente en las estancias donde hace más de un siglo se secaba el papel.
Totalmente reformadas y con un diseño actual, son espacios amplios y confortables, excelentes campos base para descubrir el entorno y hacer rutas a orillas del río.
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