El acabose tecnológico ha comenzado. Pareciera que una especie de apocalipsis digital se ha colado al otro lado, en la realidad. Las jerarquías de la información subyacen en el mundo alterno, donde pocos tienen acceso, y la unilateralidad supone un precio alto, para poder estar entre los iniciados del desenfunde informático. ¿Qué sucederá dentro de algunos años cuando el bien más preciado –además del agua – sea la privacidad? Quienes llevaban demasiado en serio la historia de ficción de la máquina contra el hombre tantas veces contada en la literatura –han sido tachados de locos – pero la fantasía ha dejado la página para representarse sin censura, ni vergüenza en nuestro mundo.
¿Acaso nuestras actividades diarias estarán medidas por puntajes, entre el desinterés social y el show digital y egoísta de los medios?
Los mercaderes digitales, pelearán por poner sobre la balanza el dato, el nombre, los estrafalarios gustos de las masas, y de los que marcan tendencia en el mundo. Los encantadores de serpientes, han mudado su labor para elaborar influencers irreales, para decirnos con que ánimo debemos alzar el pulgar, sin darnos cuenta que estamos en el circo siendo devorados por leones virtuales. Sin embargo, seguimos con los pulgares arriba, permitiendo la barbarie de nuestra intimidad, sin poner un alto, continuamos alimentándonos no de opio, sino de likes. Afirmando con un me encanta, al despedazamiento de la individualidad, de la libertad.
Intercambiando nuestro yo verdadero, por un perfil fantasma que seguirá llenando las arcas del bitcoin, luego de haber muerto para los hombres de carne y hueso.
Escudriñando sin permiso gustos y preferencias
En verdad que ya no hay palabras para expresar como Facebook, se nos ha metido hasta los tuétanos. Ahora además de tener el monopolio de usar nuestra información como trueque, sin la menor vergüenza, buscan obtener más datos sobre nuestros gustos y preferencias televisivas.
Hasta el momento este placer que nos brindaban varias plataformas de televisión por Internet, también está siendo explotado y minado sin el menor miramiento.
Patentando el desacierto del público
La controversia continua, y es que el rey de las redes sociales está dispuesto a registrar una patente, donde un sistema tendrá acceso al micrófono del móvil, para obtener información constante, sobre lo que el usuario está mirando en el televisor.
Han llegado demasiado lejos, como para saber a qué hora y en qué lugar estamos viendo algún programa o serie, ya ni eso podemos disfrutar. Seguro que ahora escuchan hasta la charlas al calor de la almohada, después de “apagar” los dispositivos.