En la actualidad hay personas que se alimentan de likes, buscan comentarios extensos, y aquí el factor clave, es el farandulismo digital en que todos estamos inmersos de alguna forma. Esta búsqueda incesante de “aceptación” en los medios digitales, va transformándose y retomando fuerzas extensas con la arraigada atención de las masas – no solo de jóvenes y adolescentes – sino del público adulto, que ha ido mutando en una especie de generación aturdida por las tecnologías de información. De las personas adultas – entre los 40 y 70 – siempre se espera tengan las manos ocupadas en un libro, pero he visto esta tarde en el restaurante, a más personas adultas brutalizadas en el celular que a niños.
Y lo que nos define como la especie dominante del planeta, sigue tambaleándose en la cuerda floja de la humanidad, si es que esta todavía existe. Más allá de los paradigmas tejidos alrededor de las inconstancias del ser humano, seguimos creyendo, teniendo fe, y esperando la iluminación individual – aunque haya muchos deslumbrados por el brillo de la pantalla – siempre se espera que la reflexión gane por encima de cualquier artilugio tecnológico.
Esperanza en las generaciones futuras
Ha habido cierta reacción en niños – que rechazan de cierta manera la tecnología – este aborrecimiento, por parte de la generación actual, que ha crecido prácticamente con la irrupción digital, reciente la preferencia que tienen sus padres hacia la Tablet y o el móvil.
Tanto papá como mamá se pueden pasar horas de un clic a otro, descuidando la convivencia – que tanto hace falta en pleno siglo XXI – con sus hijos, y hasta con sus familiares más cercanos.
El testimonio que generó un eco necesario en la actualidad
Hay niños que todavía tienden a jugar, sin hacer uso de algún dispositivo electrónico o consola de juegos.
La actividad del juego es imprescindible para ejercitar este enlace social futuro, que tendrán que realizar como parte de la sociedad. Una profesora – Jen Adams Beason, EE.UU – subió una publicación en Facebook, donde varios de sus alumnos, expresaban el deseo de que jamás se hubiera creado el teléfono celular.
Esta adicción en algún momento del día, debe eliminarse para realizar contacto con nuestros hijos, compartiendo tareas o actividades en común, para no perder algo que es esencial en nuestros días; la comunicación cara a cara donde no hay filtros, ni caritas felices, ni una interminable serie de mensajes en contextos inestables.