La tecnología nos ha brindado un sin número de mejoras en distintos campos, en el laboral al ordenar grandes cargas de información, en de las comunicaciones por su rapidez y certezas al obtener datos y sobre todo al responder dudas – que por lo general San Google, no debería ser la primera fuente de investigación, a las que tendría que recurrir cualquier persona –.

El retoque en las imágenes, o los ya apreciados filtros que casi todas las redes sociales poseen, es una forma de añadir ese extra a nuestras publicaciones, para resaltar algunas características si se trata de un paisaje, una reunión, o para enfatizar ciertos atributos personales, con un poco de chispas, luminosidad y reflectores imaginarios.

La exageración de llevar los filtros a la vida real

Aquí viene lo más inquietante del porque las personas buscan un cambio, ya que una simple fotografía no es suficiente. Una mujer llamada Crystal llevo los filtros del Snapchat a la vida real, ya que a raíz del intercambio de selfies con sus amistades, simplemente ella quería ser la misma persona con filtro incluido. Esta asistente medica de California, busco una modificación inyectándose la zona de la nariz, y debajo de los ojos relleno facial.

Las selfies o el filtro de las aplicaciones han servido como modelo para reconstruir una estética, donde los métodos han cambiado a un simple aumento de busto o glúteos. Investigaciones de la Academia de Cirugía FacialEE.UU, 2017 – afirman que 55% de los cirujanos plásticos faciales, han confirmado que sus pacientes buscan mejoría estética para lucir mejor para las selfies.

Este aumento del retoque quirúrgico en personas menores de 30 años es preocupante.

Percepciones inconclusas

La dismorfia es una condición donde la persona que la padece, tiene una percepción equivoca o exagerada de su propia imagen. Los individuos están en constante revisión de detalles, buscando un defecto físico – siendo que este existiera, lo agrandan de una forma excesiva –.

Estas percepciones falsas pueden ser peligrosas, ya que están relacionadas con el peso – sin necesariamente padecer de obesidad – lo que puede vincularse con otros padecimientos de tipo alimenticio. Los estudios señalan que casi el 2% de la población podría sufrir dismorfia, e influye en ambos sexos por igual.

Llevar a cabo estos procedimientos estéticos, es sin duda una práctica que se está volviendo más común entre los jóvenes, por mantener una aceptación ante una comunidad virtual, ya que es el primer sitio donde se origina una percepción reconfigurada.

El excesivo uso de las redes sociales, también podría ser un factor determinante, ya que los problemas de autoestima y los realces de un filtro sobre una base de comentarios apabullantes, es un peligro constante de la era digital.