Al margen del uso de la mascarilla; a la cual ya nos hemos acostumbrado, existe otra gran medida de protección que ha sido ignorada prácticamente por las autoridades sanitarias de nuestro país y de todo el mundo: protegerse los ojos. A poco que hagamos memoria, recordaremos que en la primera ola de la pandemia, la protección ocular figuraba entre las recomendaciones estándar, junto con el uso de mascarilla y el lavado de manos.

Protegerse los ojos para evitar la COVID-19

La protección de los ojos reduce el contagio por Coronavirus en más de un 65%.

Si comparamos este dato con el que se desprende de la protección proporcionada por el uso de mascarilla, que es del 82%, podemos ver que se trata de un porcentaje muy a tener en cuenta. El estudio que arroja los porcentajes citados más arriba, fue publicado hace siete meses por la revista The Lancet; siendo utilizado como uno de los principales arietes a favor del uso de la mascarilla en todo el mundo. Sin embargo, por razones difíciles de entender, el apartado relacionado con la importancia de protegerse los ojos, no se tuvo tan en cuenta.

Sólo el personal sanitario utiliza regularmente la protección ocular contra el COVID-19

El SARS-CoV-2 no es el único virus, ni mucho menos, que puede transmitirse a través de los ojos.

La gripe y otras Enfermedades de tipo vírico también lo hacen por estos órganos. Sin embargo, en el caso del COVID-19, no parece haberse tomado muy en serio la medida de protegerse los ojos; con excepción del personal sanitario, que lo ha venido haciendo de forma regular desde el inicio de la pandemia. No así el resto de la población mundial, a quienes apenas se les ha recomendando la adopción de esta medida.

Con el fin de constatar la importancia de protegerse los ojos, algunos científicos han realizado pruebas, cuyos resultados, eso sí, no han sido todo lo concluyentes que cabría esperar. De una revisión realizada en China al principio de la pandemia, se desprendía que la conjuntivitis era un síntoma más bien raro entre los afectados por coronavirus; así como su detección en las secreciones de tipo ocular.

Los autores de dicho estudio deducían que los ojos no eran los órganos preferidos por el virus; lo cual no hacía imposible el transporte pasivo del patógeno a través de estos hacia las vías respiratorias. En las mismas fechas, otra revisión publicada en la British Journal of Ophthalmology, se hacía eco de que si bien la probabilidad de la superficie del ojo como vía de entrada del virus era baja, su contagio a través de este puede causar conjuntivitis y otro tipo de molestias en el ojo. Basándose en este estudio, recomendaban el uso de protección ocular; especialmente por el personal médico y sanitario.

Otros estudios sobre la capacidad para infectarse de COVID-19 a través de los ojos

Se han realizado otro tipo de estudios semejantes a los que acabamos de citar; aunque lamentablemente ninguno arroje conclusiones definitivas.

En mayo del pasado año, una revisión realizada en la revista Eye, del grupo Nature, mostraba que, teniendo en cuenta la presencia de dos de los receptores fundamentales del virus en las células de la zona ocular (ACE2 y TMPRSS2), la córnea (la capa transparente que protege la pupila) sería susceptible de infectarse por coronavirus. Por el contrario, la conjuntiva (el tejido que cubre el blanco de los ojos) no le sirve al virus como vía de transmisión. Otro estudio corroboraba la existencia de dichos receptores en el ojo, pero no demostraba la capacidad del virus para infectarlo.

En noviembre de 2020, un estudio publicado en Cell Reports, llegaba a la conclusión de que el coronavirus no puede reproducirse en la córnea humana, a diferencia de como sí hacen otros virus, como el herpes simplex o el zika; todo lo cual no descartaba que otras partes del ojo fueran susceptibles de hacerlo, como la conjuntiva o el lacrimal.En septiembre del mismo año, otro estudio realizado con macacos y publicado en la revista Nature Communications demostraba que los monos inoculados con SARS-CoV-2 en el ojo, contraían una infección suave; así como una alta carga viral en el conducto nasolacrimal.

En julio, un estudio clínico mostraba que tan sólo 2 de 72 pacientes padecían conjuntivitis y de estos, sólo uno era portador del virus en su secreción ocular. Se deducía de ello que la infección del ojo era escasa, si bien podría representar un riesgo para el personal sanitario. Otro estudio, en esta ocasión realizado en Italia, informaba sobre la detección del coronavirus en la secreción ocular de una paciente.

Conclusiones acerca de la infección por COVID-19 a través de los ojos

La conclusión principal que se desprende de todos estos estudios es que el ojo humano es un órgano complejo dotado de diferentes tipos de tejido y conexiones con otras partes del cuerpo y por ello se torna complejo establecer una relación de causalidad entre este y la infección por COVID-19.

En cualquier caso, no puede descartarse que, incluso aunque el ojo no fuera susceptible de ser una vía directa de contagio, actúe como medio de transporte para llevar el virus a otras partes del cuerpo humano que sí pueda infectar.

Finalmente, debemos remitirnos a los hechos para poder establecer una correlación causa-efecto. En este sentido, la revista JAMA publicó un estudio realizado en India, en el cual se muestra que las infecciones de sanitarios que atendían a enfermos de COVID-19 en sus propios hogares dejaron de surgir después de añadir escudos faciales de plástico a su equipo de protección; manteniéndose intactas el resto de medidas (mascarilla, lavado de manos, guantes, etc.).

En otros casos se han constatado relaciones directas, aunque anecdóticas, entre la infección y la utilización de protección ocular que, cuando menos, merecen ser tenidas en cuenta.

Un ejemplo de esto último lo tendríamos entre los pocos casos de infección detectados en los dentistas, los cuales acostumbran a usar protección ocular. Otro estudio realizado en China arrojaba un dato muy llamativo: La proporción de personas que utilizan gafas entre la población es de un 31,5%, pero entre los enfermos por COVID-19, tan sólo un 5,8% las usa. A pesar de todo esto, la recomendación que se hizo en un principio de utilizar protección ocular, además de mascarilla, terminó por ser en la práctica completamente ignorada.