El turismo es, en plena pandemia global, uno de los sectores más perjudicados, pero la incertidumbre de las medidas que se están tomando desde el ejecutivo para paliar la sangría son tan insuficientes, que no logran aportar un mínimo de claridad en la gestión.Como siempre suele ocurrir, las grandes perjudicadas del colapso del turismo son las agencias de viajes, aunque las que más ruido arman suelen ser las grandes corporaciones y compañías.

Los grandes del turismo protestan aunque se ven menos comprometidos económicamente

Ryanair, la polémica aerolínea irlandesa, aumentó un 13% sus beneficios durante este último ejercicio fiscal y pese a ello, ha anunciado el despido de unos 3.000 trabajadores ya que, según dicen, prevé pérdidas para esta etapa pos-pandémica que comienza.

La cadena hotelera Accor ha firmado un acuerdo para fortalecer su liquidez en una línea de crédito de 560 millones de euros, con los que tratar de recuperar las pérdidas que ha causado el Coronavirus en su modelo de turismo. En Baleares, la Federación Hotelera y la Agrupación de Cadenas Hoteleras, valoran como positivo el decreto promulgado por el Govern Balear, para reactivar el turismo en las islas.

Por otro lado, el Gobierno ultima un plan para desarrollar experiencias turísticas “sanas, de origen sano con destino sano”, tratando de dar una imagen sanitaria que incite a viajar por el país y tratar de hacerlo de forma coherente con el programa de desescalada.

Las agencias de viaje minoristas del turismo son las grandes olvidadas

Como siempre, los grandes olvidados son los autónomos que regentan agencias de viaje, que se ven apartados de cualquier tipo de medida que están tomando desde el ejecutivo. Decir que el turismo este año se va a basar en un turismo de cercanía y sin salir del país para apoyar a la hostelería y a las empresas turísticas, es como decir que la mitad de los españoles van a ir a veranear en la casa del pueblo y solo mantendrán con su gasto a los bares y restaurantes de la zona.

Apoyar a las grandes aerolíneas o cadenas hoteleras, aún teniendo que hacer una adaptación a esa “nueva normalidad” propiciada por el coronavirus, es ayudar no a que dejen de tener pérdidas, que no las tienen, si no a que sea menor el diferencial de beneficios reales con el de los beneficios proyectados.

¿Y los agentes de viajes qué?, ¿cómo lo hace un autónomo cuando ya se han terminado los ERTES o las ayudas para autónomos?.

Cuando ya se puede levantar la persiana, pero se encuentra con que no puede trabajar, porque no existe el producto que vender El sector del turismo no hay que rescatarlo, es necesario modificarlo para que de verdad sea un motor económico resistente y actual, no basado solo en sol y playa. Un sector que ocupa el 12% del PIB no puede mantenerse con las ayudas y rescates, a tan solo una parte de esa empresa, sino que debe reconvertir el tejido empresarial básico, huyendo de los monopolios que obtienen un beneficio multimillonario, a costa de quienes desde su humilde oficina en el pueblo trabajan día a día, por seguir subsistiendo en medio de leyes, como la europea que nos han impuesto, o en medio de una pandemia global que les ha hecho bajar la persiana y cancelar, viaje tras viaje, todo el trabajo de los últimos nueve meses, algo que nadie puede “rescatar”.

No se debe rescatar el turismo, sino reconvertir el sector turístico

La problemática de este sector del turismo, compuesto por unos 70.000 autónomos y que produce al año alrededor de 20.000 millones de euros es tan particular que necesita también de medidas particulares. En ello, además de los propios agentes, están involucrados guías turísticos, conductores, pequeñas flotas de autobuses, pequeños hoteles que no pertenecen a las grandes cadenas y una miríada de establecimientos turísticos, que se nutren de ese trabajo minorista. En Booking Holdings afirman que las compañías turísticas tardarán años en recuperarse del impacto negativo que ha supuesto el coronavirus. Y lo dice uno de los jefes de la compañía de reservas más grandes del mundo, que mueve millones de euros cada año dentro del sector del turismo.

¿Cuánto tardarán en recuperarse las agencias de viajes? ¿Dónde están las bonificaciones fiscales, los incentivos y los estímulos a la economía? ¿Por qué las grandes compañías hablan de pérdidas en el sector del turismo, cuando ellos no han devuelto ni un euro de sus cancelaciones? ¿Por qué no dicen claramente que sus “pérdidas” no son reales sino estimadas? Es decir, cuentan como pérdidas aquello que no han ganado en beneficios, como si el turismo fuera el gato de Schrödinger.

La actividad normal no se podrá reactivar hasta que no se vuelva a la normalidad real, con una reapertura de las fronteras en las que sí se pueda viajar. Las agencias han adelantado pagos, reservado vuelos, alojamientos y restituido cancelaciones que ahora nadie les reembolsa.

La falta de liquidez y la incertidumbre deja desprotegido al eslabón débil de la cadena, mostrando, de esa forma, la debilidad de todo un sector en el que solo unos pocos quieren mantener el modelo de turismo actual.