La gigantesca industria de carne porcina en Estados Unidos ha tenido que frenar en seco por la pandemia del Coronavirus. Desde la aparición de los primeros casos de COVID-19 entre trabajadores a mediados de marzo, miles de empleados en diversas plantas de procesado de carne han multiplicado las cifras de infección, hasta que el sector ha tenido que recortar gran parte de su capacidad.
Con casi 16 mil empleados infectados y 65 fallecidos, el número de plantas de procesamiento de carne afectadas ha superado las doscientas, según las cifras facilitadas por el FERN (Food & Environment Reporting Network).
El sector agrícola ha perdido un 40% de su capacidad de procesado de carne porcina, lo que supone unos 200 mil cerdos al día que deberán permanecer en sus granjas de origen, sin entrar en la cadena de ejecución, despiece y procesado de sus cadáveres. Los trabajadores afectados por esta epidemia han iniciado además, una movilización de protesta por la falta de protección que sufrieron al inicio de la crisis del coronavirus.
Los cerdos destinados al procesado industrial tienen que ser ejecutados antes de seis meses de edad
Esta crisis desatada por la epidemia en el sector porcino estadounidense ha puesto en evidencia, una vez más, los terribles detalles de esta macroindustria. El funcionamiento sin pausa de este mercado de carne supone que algunas granjas funcionen como una industria mecánica, con negocios familiares a cargo de más de 30 mil cerdos al año, y un ritmo de unos 500 a 600 cerdos enviados al matadero cada semana. Al verse forzados legalmente a parar su actividad se enfrentan a un bloqueo total de sus instalaciones, ya que los cerdos que crían no pueden pasar las 300 libras (unos 130 kilogramos), que es el peso que alcanza un cerdo antes de los seis meses y en condiciones normales nunca llegan a esa edad en la granja.
El sector se debate entre donar la carne a bancos de alimentos o arrojarla toda a vertederos
Las asociaciones norteamericanas de productores de carne porcina han empezado a arrojar cifras que hablan de cinco a diez millones de cerdos que tendrían que ser ejecutados y destruidos, antes de septiembre. Al tener paradas las plantas de procesado también se ha avisado de que se producirá un desabastecimiento que podría llegar hasta el mes de agosto. Por si fuera poco, el sector no posee la capacidad para transportar la enorme cantidad de cerdos muertos hasta los vertederos o las fosas que se preparen a tal efecto. Esta situación además afectará también a las granjas de pollos y bovinos, por lo que en muchos sectores se ha realizado una llamada a reducir el consumo de carne de cualquier tipo.