Una historia de superación fue la vivida por Francesca Pecora, joven de 23 años con síndrome de Down, y Loredana Ambrosino, su madre, cuando juntas alcanzaron el grado de doctoras en Comunicación de la Universidad de Calabria, Italia, el pasado 19 de julio. Para licenciarse, madre e hija presentaron una tesis donde describieron sus respectivas miradas acerca de la experiencia educativa que transitaron y los retos que debieron enfrentar en todo el proceso formativo, iniciado años atrás cuando la madre recibió el diagnóstico de la condición de su pequeña hija al nacer.
En el acto de graduación, el rector Gino Miracle Crisci destacó la voluntad demostrada por las dos mujeres, clasificándolas de “especiales”. Como máxima autoridad de la Universidad de Calabria, Crisci dejó claro que lo que Francesca y Loredana habían logrado juntas era una demostración de que no solo es necesaria la motivación para enfrentar los problemas que implican los estudios universitarios, sino también la tenacidad para resolverlos en circunstancias difíciles.
Aprender, a pesar de los prejuicios
Al entrar a la universidad, los primeros nudos que tuvieron que desenredar juntas fueron los prejuicios de quienes las rodeaban, según recuerda la madre. “Francesca superó todos los obstáculos”, dijo Loredana, muy emocionada al recordar los primeros diagnósticos que recibió sobre su pequeña hija y como los médicos especialistas le habían alertado que nunca aprendería a escribir con un lápiz en la mano.
Ella, sin embargo, no se conformó con ese vaticinio: inscribió a su hija en el primer grado de la educación básica, a la edad que corresponde normalmente, con el pensamiento puesto en que en el futuro llegaría a la universidad.
A Francesca siempre le gustó aprender y buscar respuestas a todas sus preguntas. En la escuela hizo teatro, danza, cine, fue exploradora y hasta asistió a campos de entrenamiento de la Cruz Roja, según lo relata su madre.
Las preocupaciones de Loredana siempre estuvieron centradas en que su hija desarrollara sus habilidades cognitivas en ambientes abiertos y libres de prejuicios, aunque tenía claro que no le podría ahorrar los fracasos, representados en bajas calificaciones y materias reprobadas. Después de todo, como madre sabía que el temperamento de Francesca saldría fortalecido con cada tropiezo que superara.
Derrumbar las barreras de una condición especial
La ahora doctora en Comunicación, Francesca Pecora, nació prematuramente y en su infancia tuvo que sortear las dificultades de una salud frágil, incluyendo cuatro operaciones que le hicieron para corregir defectos en su corazón. Eso no impidió que fuera una niña alegre y entusiasta. Siempre acompañada por su madre, Francesca emprendió desde muy pequeña el reto de tener síndrome de Down como una condición más, clara de que aunque le costara un poco ella podría lograr sus metas como cualquier otra persona.